Por qué seguimos robando a los más pobres

No entiendo de economía, ni confío en la política tal y como la conocemos actualmente, así que me tomaré la libertad de ser naive, o tratar de pensar más como un niño, para no olvidar lo esencial.

Si hay el agua que hay y tienes dos peceras, la única forma de que los dos peces sobrevivan es quitar agua de donde sobra para poner donde falta. Esto es más antiguo que la tos, y más simple que el mecanismo de un botijo, pero parece que se nos olvida y buscamos enrevesados planes económicos para justificarnos. Pero al final, lo que me sobra a mí, es porque se lo he robado a otro, y desde mi opinión, la única solución para reequilibrar el sistema, es quitarle al que le sobra para devolvérselo a aquel que se lo quitamos hace mucho tiempo, y al que seguimos apretando para seguir aumentando nuestro fasto, alegando que lo hemos ganado con nuestro esfuerzo o nuestro ahorro responsable cosa que sabemos que es más falsa cuanto más es la diferencia de dinero.

A los ecónomos y políticos les dejo su responsabilidad de idear planes para tener un mundo más justo donde la calidad de vida sea para todos igual y digna, pero como telón de fondo creo que no debemos olvidar que no estamos solos en el mundo y que esto no puede ser una carrera por ver quién tiene más el día de su muerte. Eso valía para los egipcios, que se creían dioses, pero no para los cristianos que se supone que nos sentimos hermanos.

Así que si ahora sale un impuesto para grabar a los ricos, inocentemente y desde el desconocimiento, voy a creer que es bueno aunque pueda acabar siendo otra mentira política, pero sobre todo, voy a procurar no tener yo más de lo que necesito y “darle al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”.