¿En nombre de qué decir hoy que el estado no es Dios, ni la raza, ni el dinero, ni el sexo?

Hablando sobre la Trinidad Bezançon reflexiona sobre el valor y la importancia de creer en un solo Dios y se pregunta ¿Creen de veras los cristianos en un solo Dios?

Lo que en el monoteísmo hay de subversivo y liberador no está tanto en lo que dice de Dios, de un Dios tan imposible de captar, sino en lo que niega de los falsos absolutos. ¿En nombre de qué decir hoy que el estado no es Dios, ni la raza, ni el dinero, ni el sexo? Solo puede decirse esto en nombre del rechazo de la divinización de todo lo que es relativo. Decir que solo Dios es Dios, aun cuando en definitiva no se sepa nada de Dios, es decir que el hombre es libre de toda opresión. Se comprende que muchos totalitarismos se hayan preocupado por ello, apelando a dos tácticas posibles: la persecución (como en el nazismo y el imperio romano) o la confiscación de la idea de Dios en una religión o estado.
Por tanto, tenemos derecho a soñar que algún día, más pronto o más tarde, todos los creyentes monoteístas, judíos, cristianos y musulmanes, encontrarán la ocasión de hablar con una sola voz, a propósito de las grandes cuestiones que agitan a nuestra sociedad, para denunciar los ídolos, los falsos absolutos. Cuando están en juego el respeto a la vida y a la dignidad humana, la acogida del extranjero o el rechazo de la tortura, sería importante que recordaran y dijeran todos juntos que nada, ni estado, ni la nación, ni la raza, ni el progreso, ni la lucha de clases, ni la seguridad, pueden erigirse en absolutos. Si se tiene además cuidado de que las religiones mismas no se constituyan en absolutas y en jueces universales, como han hecho tantas veces, podría darse aquí una misión de vigilancia profética: siguiendo a los grandes profetas de la Biblia, denunciar vigorosamente los ídolos que el hombre se fabrica constantemente para dominar mejor a sus semejantes.

Fragmento del libro «Dios no es un ser solitario. La Trinidad en la vida de los cristianos». De Jean-Nöel Bezançon

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La búsqueda de todos estos términos en Google España ha ido en imparable crecida en los últimos meses. Seguramente debido a que uno de los motivos que mueve a un comprador de un lector de libros electrónicos (eReader) es ahorrarse dinero en la compra de libros.

Mientras tanto Google, presionada por la MPAA y RIAA, censura las búsquedas que tengan entre sus términos megaupload, rapidshare, torrent o bittorrent, para evitar que la gente descargue contenidos protegidos en su distribución y venta.
Las editoriales van a tener que ponerse las pilas si no quieren ver su negocio reducido a cenizas en poco, muy poco tiempo. Esto va muy rápido. En mi opinión hay que salvar a las editoriales para garantizar la calidad, la firma y la promoción de los autores. ¿Cómo?

      1) No esperando a que el gobierno legisle contra las descargas. Las masivas descargas evidencian dos cosas, que la forma en que se hace cultura está cambiando, y que la gente no está dispuesta a pagar lo que cuesta hoy un libro. Aunque lleguen leyes de censura y represión la tecnología, tenedlo muy claro, irá por delante. No habrá forma de pararlo.
      2) Crear una plataforma de contenidos fácil de usar, muy económica, y cómoda para pagar. Si los usuarios encuentran lo que buscan por 1, 3 o 4,99 € lo comprarán. Habrá usuarios fidelizados que harán sus pagos con tarjeta, otros esporádicos preferirán pagar con sms del móvil. Esta plataforma estará vinculada a las redes sociales, o incluso tendrá su propia red social para lectores, donde se podrán compartir páginas de libros, comentarios sobre ellos, valoraciones, consultar la biografía del autor, sus obras relacionadas… toda una nueva experiencia lectora que el libro pirateado no podrá ofrecer.
      3) Permitir a los autores autogestionar sus publicaciones en este sistema. Ellos crean la obra, la suben y la plataforma le ofrece mecanismos de promoción. El autor decide cuanto cobrará por su obra. La plataforma cobra un porcentaje justo.
      4) Hace falta una plataforma de pagos con móvil mucho más equitativa que lo que existe ahora, donde el operador se lleva más del 50% de la ganancia. Aquí sí que tiene que regular el estado. Si los usuarios pueden hacer micropagos por móvil Internet será un gran aliado para los negocios.

Amazon y Barnes&Noble hace tiempo que se han puesto las pilas. Sus accionistas se frotan las manos al ver la poca capacidad de reacción que tienen las editoriales frente al nuevo paradigma. No tienen competidores. Sin embargo el mercado del libro electrónico en español es casi virgen. Algunos han pensado que Libranda era la respuesta, pero es un fracaso total, una plataforma incómoda, montada sobre el viejo paradigma cultural. Si no se reacciona rápido y bien Amazon acabará ocupando este nicho, haciéndose con los derechos para distribuir los libros de las editoriales españolas. Al principio todos verán beneficio en ello, pero pronto Amazon tendrá una enorme cartera de clientes fidelizados y con su creciente catálogo de libros en español podrá prescindir de las editoriales españolas que se verán obligadas a desaparecer porque para entonces será ya imposible reaccionar.

Toca reaccionar, aliarse, invertir, innovar o morir

* Tal vez os interese esta entrada que escribí hace unas semanas: El mejor libro electrónico, eReader, aún no existe pero debería ser así