Marianistas.

Ahí estamos María, haciendo un seguimiento de tu vida para poder encontrarnos también con ÉL. En tu humildad y sencillez, la grandeza de Dios se constata aun de forma más especial: ¡GRACIAS POR TU SÍ SIN CONDICIONES MARÍA! Gracias, por que un año más… vuelves a dar a Luz.
Marianistas
Marianistas

En la aurora…

Y es que no hay más bella teofanía

que ver Tu amanecer cada día.

¡Oh Hombre que pides grandes signos!

¡Oh Mujer que no ves ni tus pies!

Teofanía eres tú… Mujer, Hombre y Niño…

ese árbol y el río.

… Y me río… Padre… me río… contigo.»

                                                                                                                           Vicente Sm.

«Los hombres no son islas»

«Todo hombre es un pedazo de mí mismo, porque yo soy parte y miembro de la humanidad. Todo cristiano es parte de mi cuerpo, porque somos miembros de Cristo. Lo que hago, para ellos y con ellos y por ellos lo hago también. Lo que hacen, en mí y por mí y para mí lo hacen. Con todo, cada uno de nosotros permanece responsable de su participación en la vida de todo el cuerpo.

La caridad no puede ser lo que se pretende que sea, si yo no comprendo que mi vida representa mi participación en la vida de un organismo totalmente sobrenatural al que pertenezco. Unicamente cuando esta verdad ocupa el primer sitio, encajan las otras doctrinas en su contexto adecuado.

La soledad, la humildad, la negación a uno mismo, la acción y la contemplación, los sacramentos, la vida monástica, la familia, la guerra y la paz: Nada de esto tiene sentido sino en relación con la realidad central que es el amor de Dios viviendo y actuando en aquellos a quienes Él ha incorporado en Su Cristo. Nada, absolutamente nada tiene sentido, si no admitimos, con John Donne, que “los hombres no son islas, independientes entre sí; todo hombre es un pedazo del continente, una parte del todo“.

Thomas Merton (extracto de “Los hombres no son islas”)


Envío de agentes de pastoral

» Como Guillermo José Chaminade, he oído, Señor, tu llamada a trabajar para reavivar o volver a encender la llama de la fe en todas partes. Hoy te respondo con generosidad confiando, no en mis fuerzas, sino en la luz del Espíritu y en la acción de María en mi vida. Amén»

Misioneros cada día

 

El pasado día 19 fue el día Mundial de las Misiones. En la eucaristía pensaba en toda la gente que da su vida, que entrega con total gratuidad su tiempo y  que pone por delante el Evangelio. ¡Qué valientes aquellos que responden a la llamada de Jesús!

¿Qué querrá el Señor de nosotros? ¿ A qué estamos llamados? ¿Cuál es nuestra misión?  El Señor nos llama continuamente cada día, muchas veces en lo más cotidiano,  sólo hemos de estar atentos y mirar con otros ojos nuestro alrededor.

Creo que debemos de dejar de pensar que la misión es algo lejano y que a nosotros no nos atañe, ha de brotar en nosotros la necesidad de ser misioneros en el día a día. Como Pablo, ser misioneros por vocación, sin miedo a lo que nos encontraremos o como nos sentiremos.

Herramientas tenemos muchas, no hay más que buscar un poco en nuestra propia ciudad, en nuestro barrio mismo. Cada persona está llamada a una cosa, y por eso, cada uno buscaremos la misión que mejor podamos realizar o en la que nos sintamos más llamados. Manos y ayuda siempre hacen falta, y gente que viva el Evangelio de una manera sencilla y alegre, también.

Por eso, no sólo el día del Domund, estamos llamados a vivir en una actitud de misión permamente. Os animo a que os motivéis y  a que surja de vosotros esta necesidad de vivir sirviendo.

Un pequeño consejo: Una manera preciosa de ser misioneros del Evangelio puede ser sonriendo, estando alegres de corazón, animando a los que están tristes, transmitiendo nuestra alegría allá donde vayamos.

¡Un besote!