Como viene siendo tradicional, coincidiendo con la Solemnidad de los santos Pedro y Pablo, se celebra el Día del Papa. Una ocasión más para mostrar la fidelidad creativa al sucesor de Pedro. En las circunstancias actuales, la celebración de este día reviste un particular significado de apoyo a Benedicto XVI, pues pone de relieve la importancia del ministerio petrino en favor de la renovación y de la unidad de la Iglesia.
La comunión eclesial tiene en esta figura un importante punto de referencia. Otros asuntos más propios de la actividad política y organizativa de la Iglesia pueden oscurecer el auténtico y genuino sentido del servicio del sucesor de Pedro.
Benedicto XVI viene mostrando a lo largo de su pontificado una importante labor de renovación como base para cualquier tarea evangelizadora. Las iniciativas que en este sentido el Papa ha puesto en marcha tienen como punto de llegada fortalecer la comunión, de ahí sus esfuerzos en el campo no solo ecuménico, sino también de unidad dentro de la misma Iglesia.
Esta fidelidad creativa al sucesor de Pedro no está exenta de pluralidad. En el diálogo se encuentra la verdad. El viejo profesor Ratzinger cree en el diálogo, aunque en muchas ocasiones se le quiera sustraer a ese dinamismo dialogante por parte de quienes, más papistas que el Papa, llevan el agua a su propio molino y olvidan el genuino sentido de la comunión.
Editorial revista Vida Nueva, nº2.807