«Los hombres no son islas»

«Todo hombre es un pedazo de mí mismo, porque yo soy parte y miembro de la humanidad. Todo cristiano es parte de mi cuerpo, porque somos miembros de Cristo. Lo que hago, para ellos y con ellos y por ellos lo hago también. Lo que hacen, en mí y por mí y para mí lo hacen. Con todo, cada uno de nosotros permanece responsable de su participación en la vida de todo el cuerpo.

La caridad no puede ser lo que se pretende que sea, si yo no comprendo que mi vida representa mi participación en la vida de un organismo totalmente sobrenatural al que pertenezco. Unicamente cuando esta verdad ocupa el primer sitio, encajan las otras doctrinas en su contexto adecuado.

La soledad, la humildad, la negación a uno mismo, la acción y la contemplación, los sacramentos, la vida monástica, la familia, la guerra y la paz: Nada de esto tiene sentido sino en relación con la realidad central que es el amor de Dios viviendo y actuando en aquellos a quienes Él ha incorporado en Su Cristo. Nada, absolutamente nada tiene sentido, si no admitimos, con John Donne, que “los hombres no son islas, independientes entre sí; todo hombre es un pedazo del continente, una parte del todo“.

Thomas Merton (extracto de “Los hombres no son islas”)


Después de ver «La última cima». Pablo Domínguez Prieto

Al fin alcancé esta cima.

El día del estreno fuimos a ver “La última cima” y volvimos con lo último en decepciones cinematográficas, no sólo porque no vimos la película, que no proyectaron por problemas técnicos del cine, sino porque, ya que estábamos, entramos a ver otra película de la que ni siquiera me molestaré en poner el título.

Tras este primer intento frustrado, y ya sin esperanza de poder ver la película por problemas de agenda, finalmente ayer sin esperarlo, las cosas surgieron de tal manera que pudimos volver al cine y verla. También en esta ocasión falló el comienzo de la proyección, pero tras la preocupación inicial lo arreglaron y la pudimos ver sin más sobresaltos.

Pero vamos a lo importante. Personalmente considero que ha valido la pena el esfuerzo de ir a ver esta película, en realidad documental. Está muy bien hecho, consigue mantener la atención y el interés hasta el final, y sobre todo, transmite en todo momento, un gran sentimiento de gozo y esperanza de lo más real, y en absoluto de ciencia ficción como ocurría simultáneamente en el resto de salas del cine. No se trata de una película basada en hechos reales, sino de hechos reales contados en pantalla grande, de la boca de familiares, amigos, alumnos y conocidos. Está hecho además con mucho gusto cinematográfico. Simplemente, merece la pena verla, para recordar que no todo es una mierda, algo que fácilmente se nos olvida, inmersos en el día a día de nuestras debilidades y las de los demás.

Gracias al director, Juan Manuel Cotelo y a infinito +1 por llevar a cabo esta iniciativa. Si no me equivoco, es la primera vez que las salas de cine ven algo así en sus pantallas, aunque esté costando mucho su proyección en las distintas ciudades. Desde la página oficial de La última cima se puede solicitar su proyección y ver en qué ciudades y salas se proyecta