Cuando reces debes saber que Dios no te ahorrará ningún sufrimiento que pueda ser causa de salvación para ti o para tus hermanos

Dios no te ahorrará ningún sufrimiento que pueda ser causa de salvación para ti o para tus hermanos. Ante el dolor y sufrimiento los cristianos clamamos a Dios pidiendo que pase y termine, Jesús lo hizo en Getsemaní, pero a la vez aceptamos cargar con esa cruz, como Él hizo, si es necesaria para nuestra redención, pero sobre todo para la de nuestros hermanos. Si vivimos con fe estos sufrimientos, unidos a la cruz de Cristo, tenemos asegurada su fortaleza, una Paz del corazón que nadie nos puede quitar.

¿Un Dios sádico? ¿Un Dios chapucero? ¿Cómo vemos a Dios? Ponencias de Pagola y Gelabert

Una amiga me ha recomendado la siguiente entrevista para compartirla en Nova Bella.

Se trata de una ponencia de José Antonio Pagola en la VII Asamblea de predicación organizada por los Dominicos el pasado 2 de junio.

El tema y el desarrollo no me viene de nuevo, pero siempre me gusta recordarlo y que se oiga, porque a veces me da la sensación de que sí es nuevo para mucha gente.
Se trata de si Dios desea el sufrimiento del hombre.

¿Un Dios sádico? La expiación vicaria. José Antonio Pagola

La asamblea comienza sentando las bases del problema del mal, con la ponencia del fraile dominico Martín Gelabert, de quien he recibido clases, precisamente sobre estos temas entre otros, en la facultad de teología de los Dominicos durante este curso y el curso pasado y puedo decir que me gusta especialmente su forma de enfocar todos estos temas.

¿Un Dios chapucero? A vueltas con el problema del mal. Martín Gelabert, OP

Ambas ponencias me parecen muy interesantes para refrescar la idea que tenemos de Dios y de la religión.

No pongas la otra mejilla como le gustaría al mundo que la pusieras, sino como lo hizo Jesús

Sabéis que se dijo también: Ojo por ojo y diente por diente. Pero yo os digo: No recurráis a la violencia contra el que os haga daño. Al contrario, si alguno te abofetea en una mejilla, preséntale también la otra. (Mateo 5, 38-39)

Nunca me han gustado las interpretaciones fáciles que se hacen de este precepto de Jesús: ‘poner la otra mejilla’. La más recurrida, sobre todo por no creyentes, es la de que ante la ofensa los cristianos tenemos obligación de callar y soportar, nada que ver con la sed de justicia de los Bienaventurados.

Cristo no puede llamarnos a la simple pasividad ante el mal, tampoco hacia el mal que va dirigido contra nosotros mismos. Esta es una enseñanza de Jesús sobre el combate contra el mal. Nuestra tendencia es responder al mal con más mal, creemos que hacemos justicia cuando aplicamos la ley del Talión, el ‘ojo por ojo’, y Jesús con estas palabras está corrigiéndonos. Nuestra instintiva forma de justicia sólo engendra más violencia.

Entonces, ¿Cómo interpretar el sentido de este precepto? Creo que lo mejor es contemplar al propio Jesús en la pasión cuando le abofetean:


Él reacciona ante tal injusticia diciendo: «Si he hablado mal, dime en qué. Y si no, ¿Por qué me golpeas?». Jesús no traga con todo y se cruza de brazos ante la injusticia, está dispuesto a desenmascarar el mal aunque hacerlo lo lleve a sufrir aún más. Cuando él nos dice que pongamos la otra mejilla, nos exhorta a que no ahorremos sufrimiento cuando se trata de desenmascarar la mentira y de defender la verdad. Una fe que asume riesgos es la fe cristiana, esta fe mueve al combate contra el mal, las injusticias sociales, la pobreza deshumanizadora, la corrupción política, la deshonestidad, la difamación…

A muchos les sigue interesando que los cristianos creamos que estamos llamados a ser corderitos mansos que dan gracias por ser llevados al matadero. Y sí, Jesús fue cordero llevado al matadero, pero su forma de afrontar el sufrimiento no fue pasiva sino redentora. Con la resurrección Cristo nos mostró como la última palabra es de Dios, Él combate a nuestro lado, nuestros sufrimientos no son en balde.


Cuando escuches de los labios de aquellos que te procuran mal que como cristiano «debes poner la otra mejilla» recuerda a Cristo que no se ahorró ningún sufrimiento para salvarte, y que el mal ha de ser combatido sin miedo, sin callarse. Él estará a tu lado.

Cuando te falten las fuerzas, no desesperes. Él nunca te ha abandonado y de tus astillas clavadas hace un fuego que da calor y vida a tantos

Cuando te falten las fuerzas, cuando se te salten las lágrimas de impotencia, rabia o dolor, no desesperes. Él nunca te ha abandonado y de tus astillas clavadas hace un fuego que da calor y vida a tantos

Viernes Santo. Soportó nuestros sufrimientos


Sieger Köder

Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado; pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes.

Is 52, 13 – 53,12

Si Dios es bueno, ¿por qué permite el mal?

Si Dios existe y es bueno, si él nos ha creado, ¿por qué existe el mal, el dolor y el sufrimiento? ¿por qué lo permite?


…vídeo visto en catinfor(gracias Antonio)

Dios no nos hace el mal; ello iría contra la esencia de Dios, que no quiere el mal. Pero la consecuencia interior del pecado es que sentiré un día las consecuencias inherentes al mal mismo. No es Dios quien nos impone algún mal para curarnos, pero Dios me deja, por así decirlo, a la lógica de mi acción y, dejado a esta lógica de mi acción, soy ya castigado por la esencia de mi mal. En mi mal está implicado también el castigo mismo; no viene del corazón, viene de la lógica de mi acción, y así puedo entender que he estado en oposición con mi verdad, y estando en oposición con mi verdad estoy en oposición con Dios, y debo ver que la oposición con Dios es siempre autodestructiva, no porque Dios me destruya, sino porque el pecado destruye.

extracto de una entrevista al cardenal Ratzinger tras los atentados del 11S

Tu amor me sostiene en el dolor

Llegan días de dolor, dolor que es sufrimiento. El sufrimiento me empuja al abismo de la soledad, cuanto más sufro más sólo me siento. Nada ni nadie puede cerrar el vacío que se abre ante mí. La incomprensión y la indiferencia de los que me rodean exacerba este sentimiento. Pareciera que todo lo anterior fuera un sueño ingenuo y este dolor fuera la única verdad eterna de mi ser. Sé que sólo lo parece.

Señor, miro tu cuerpo inerte clavado en la cruz, y atisbo a comprender la soledad infinita en la que te encuentras.
Si la soledad del sufrimiento no me devora es porque tu amor, oh Padre, me sostiene. Abrazado a tu cruz quiero gritar a una voz con tu Hijo: «Todo está cumplido«, y con la ofrenda de mi sufrimiento dar a luz la nueva vida.

Haiti. Otra llamada a acabar con la miseria

Es sólo ante la faz del horror cuando encontráis vuestro más noble yo, y podéis llegar a ser tan nobles

Cita de la conversación entre Gabriel y Jhon en la película Constantine

Lamentablemente volvemos a ponernos frente a la cara del horror y a descubrir que así sí podemos ser solidarios, sentirnos con-movidos por los que agonizan.

Por suerte, aun reaccionamos ante el horror, esperemos no seguir endureciendo nuestros sentidos y que no tengan que ser las desgracias cada vez mayores para que les prestemos atención.

¿Por qué ocurren estas cosas? ¿Por qué a los más pobres?. Algunos le echan la culpa a Dios, otros lo usan de argumento para decir que Dios no existe porque permite esto. Pero lo cierto es que “gracias”, y perdón por la palabra, a esta catástrofe, cambia nuestra indiferencia con los haitianos por un compromiso con ellos. Sólo ante el dolor, y por lo visto necesita ser cada vez más intenso, recordamos que en nuestras manos está hacer algo.

Sin embargo, una vez que Haití empiece a recuperarse con la masiva respuesta que está llegando desde todas partes del mundo, podríamos plantearnos que más de la mitad de los habitantes del plantea vive en una situación de miseria tal, que les convierte en pasto de cualquier inclemencia natural de la Tierra, grande o pequeña: fuego, viento, lluvia, terremoto. Si no hubiera miseria en el mundo, esto no habría pasado, habría provocado muchas menos víctimas o ninguna, y daños perfectamente asumibles por el país, como ocurre a lo largo del año muchas veces, en otras regiones más ricas. Así que la causa de la catástrofe me parece clara: Nosotros hemos permitido que ocurriera, el terremoto en sí es sólo un ingrediente más que ha acelerado la muerte de los que estábamos, ya desde antes, dejando morir de hambre más lentamente.

PODEMOS evitar la próxima catástrofe acabando con la miseria y la desigualdad. Es perfectamente posible pero tenemos que darnos cuenta y asumir nuestra responsabilidad, igual que la que se nos despierta en momentos puntuales. Yo creo que es posible.

Te invito a escuchar una canción que nos dejaba María hace algún tiempo y que nos invitaba a dar el paso y comprometernos con el mundo. El grito de mi generación.

Mientras, no dejemos de ayudar de todas las formas posibles al pueblo haitiano, y especialmente con la oración que eso siempre lo tenemos al alcance de la mano.

Jesús, el consagrado, la fuente que inspira nuestra entrega

Isaías 53
El antiguo testamento anunciaba con impresionante claridad el camino que Dios iba a utilizar para salvarnos. Quien ha conocido la Pasión del Señor entiende todo el significado que se revela en esta parte de las Sagradas Escrituras.
En este pasaje, el siervo de Dios es un «objeto de desprecio», que atrae como un imán toda la malicia de los demás para transformarla en sufrimiento. Pero he aquí que este hombre aparentemente rechazado es de hecho el enviado de Dios, alguien que realiza en la tierra el designio divino de salvación. Si «el Señor no impidió que el sufrimiento lo triturara», es para exaltarlo a la vista de todos, para que todos vean en él la imagen de lo que Dios es: el que reconcilia consigo a quienes lo rechazan cargando con las consecuencias de sus infidelidades.



Cristo pobre, despojado de sí mismo,
Cristo casto, entregado en alma y cuerpo,
Cristo obediente hasta dar la vida, hasta la muerte, y una muerte de cruz.

«Tú Señor eres la fuente e inspiración de todos los que nos hemos consagrado a ti»