Acojamos juntos el misterio de la vida. Feliz Navidad

Para concluir con estas reflexiones sobre el misterio (1, 2 y 3) y la forma de trasnsmitirlo, dejo la felicitación que hemos mandado este año en la comunidad, donde María y José han de enfrentarse a lo que no entienden ni conocen, y contárselo al otro y a los demás, y la fe y el amor han de estar por encima de la racionalidad para acogerlo, que no entenderlo.

Pues eso, que a partir de hoy sepamos acoger a Dios y lo demos a conocer, como el misterio que es, sin tratar de entenderlo como un problema científico-racional.

Al menos el 50% de la verdad es un misterio. Big Fish

En esta última referencia a Big Fish, me gustaría insistir en la distinción entre realidad y verdad. ¿se puede narrar objetivamente un sentimiento?

La vida y la muerte de una persona resulta indiferente si eliminamos la parte del misterio, del sentimiento, del espíritu, de Dios… la parte del sujeto o subjetiva, que no se puede más que aproximar en palabras. Además cambia a lo largo de la propia vida:

¿Cómo han de explicar los primeros discípulos la experiencia de Jesús, su resurrección y cómo vino al mundo si sentían que era hijo de Dios? ¿A caso puede llegar a darse una explicación racional de algo así? Lo que está claro es que, con el nacimiento de Jesús, sintieron que sus vidas cambiaron para siempre, que su esperanza se empezaba a hacer realidad y que hasta hoy nos sigue llegando esta influencia. Pero sigue siendo un misterio y no dejará de serlo.

Lo que nos queda, como al protagonista de Big Fish es formar parte del misterio o huir de él. Solo cuando lo acoge llega a ser plenamente feliz.

Que se conozca el misterio. Big Fish

¿Cómo explicarías lo que es el amor? ¿lo que es estar enamorado?

Siguiendo con la película de Big Fish, vemos distintas formas de representarlo, por ejemplo: la de la historia de cómo se enamoraron los padres del protagonista y la del amor que aun se tienen. En el primero lo describe y en el segundo forma parte de los hechos “reales” del transcurso de la película. No es lo mismo contar un sentimiento que tuvo lugar que sentirlo en este momento. Por eso al contar una historia de sentimientos, el narrador (o evangelista) ha de conseguir que revivas la experiencia, aunque para ello tenga que ser «infiel» a la realidad para llegar a la Verdad.

Tiene que ver con esto una cita de Thomas Merton a la que aludíamos en otra entrada de Nova Bella

al manifestar lo que uno cree haber descubierto lo reduce a un nivel común y tangible, y pierde lo que era mejor, lo que era espíritu y vida en ello.

Mentira y Verdad.

La Mentira era la reina del parqué. La había vestido el mismo grupo de estilistas que venía vistiendo a la Verdad y la verdad que estaba la mar de mona. Todos querían una foto con ella. Y salieron adorarla, alabarla… a comprarla. Su cotización subió como la espuma. Y ella además de guapa cada vez estaba más cara. Toda imagen. Toda fachada. Toda Mentira, toda todita ella. Los que la vistieron se rieron y ganaron, vaya si ganaron. Pero la mona vestida de seda mona se queda. Estaban todos de fiesta celebrando otro “subidón” de nuestra amiguita y de pronto y en un despiste… su vestido se rasgó. Lo que se vio ya se sabio. La Verdad se nos mostró y todo se desmoronó. Bendita Verdad: ¿No?

El medio es el mensaje

El gran teórico de la comunicación H. M. MacLuhan acuñó la expresión de que «el medio es el mensaje»: no se dice algo porque sea verdad; se toma como verdad porque se dice. La televisión, la radio, la letra impresa, los espectáculos de diverso orden tienen un inmenso prestigio para quien los ve como una realidad que se impone desde un lugar para uno inaccesible. El que está al corriente de lo que pasa entre bastidores tiene algún poder de discernimiento. Pero el gran público permanece fuera de los centros que irradian los mensajes. Es insospechable el poder que implica la posibilidad de hacerse presente en los rincones más apartados y penetrar en los hogares y hablar a multitud de personas al oído, de modo sugerente, sin levantar la voz.

pag. 56,57 “La defensa de la libertad en la comunicación” Alfonso López Quintás


En la era de la comunicación, cada vez es más fácil ponerse detrás de los bastidores y convertirse en la voz que habla al oído, de modo sugerente, sin levantar la voz. Y también es muy cómodo quedarse del lado del espectador y no cuestionar lo que se recibe tragándolo todo como verdad.
Más que nunca hemos de descubrir la responsabilidad que tenemos al compartir ideas u opiniones en Internet lo mismo que al leer las de otros.