La fe favorece el progreso del pensamiento y de la ciencia

Por otra parte la fe favorece al progreso: el del pensamiento y el de la ciencia. No se pueden oponer ciencia y creencia, pues, de hecho la creencia juega tan gran papel en la ciencia como en casi todos los otros sectores de la actividad humana. Los niños, en la escuela, aprenden, porque se fían del maestro, aunque luego terminen pudiendo comprobar por sí mismos la certeza de lo recibido. Pero, de entrada, se creen lo que el maestro afirma y lo aceptan, y así avanzan en el saber. A otro nivel las ciencias progresan porque los investigadores no parten de cero, sino que aceptan (creen) las conclusiones a las que otros han llegado. Ya hemos indicado que en las creencias recibidas puede haber vacíos o errores. Pero el remedio no se encuentra en el rechazo de la creencia, pues esto sería volver al primitivismo, sino en realizar una opción crítica, y así favorecer el progreso.

Lo mismo ocurre con el progreso del pensamiento. La fe es el movimiento más primario y espontáneo que nos permite situarnos coherentemente en el mundo e interpretarlo. En efecto, el hombre, al nacer, no entra en un lugar neutro e indeterminado, sino en un mundo ya culturalmente habitado y socialmente condicionado, heredando un lenguaje y unas formas de ser que le marcan decisivamente. A partir de y a través de este “presupuesto” adquirido (por pura confianza) percibe toda la realidad. Lo que ocurre es que su percepción está tan familiarizada con este presupuesto que le resulta muy difícil distinguir y separar sus actitudes y su visión de las cosas, de la fe que las hace posibles.

Se trata de un fragmento del libro “Para encontrar a Dios” (p37) de Martín Gelabert Ballester, op hablando de la fe como elemento característico de todo ser humano. Esta fe elevada por la Gracia se convierte en virtud teologal que nos lleva a Dios.

¿Estaremos perdiendo la parte humana de la fe, la confianza? ¿la confianza da asco?
Sin la parte humana de la fe, no podremos aspirar a la fe teologal, pero es que tampoco podremos convivir.