Tu presencia

Al comenzar el bombardeo fui presa de un pánico indescriptible. La muerte estaba al alcance de mi mano. Era joven y no quería morir. Mi impotencia me hacía sentir una ira irrefrenable, puesto que no podía defenderme ni tampoco huir, y no me quedaba otra salida que ver llegar a la muerte sin poderlo remediar.
Me rebelaba con toda mi fuerza vital contra el hecho de caer en la nada. De pronto mientras me debatía contra la ira y el miedo , me inundó un sentimiento de infinita paz. Supe de la presencia de Dios. Sentí que carecía de importancia el hecho de que fuera a morir o no, pues las cosas están bien así como están, Nada verdaderamente importante puede suceder con la muerte. No se trataba de un pensamiento sino de una súbita certeza de la que fluía la paz, la seguridad, el sentimiento de hallarme protegido.
Si bien exteriormente nada había cambiado, la presencia de Dios se me manifestaba como una certidumbre indubitable. Tan patente se me hizo la existencia de dios que me hubiese sido más fácil creer que yo no existía antes que dudar de su presencia, Era de una evidencia absoluta. Yo tenía 17 años y, por ende, no elaboré esta experiencia»

Franz Jalics, sjguernica-5--644x362

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