Una declaración de amor

Una imagen dulcísima, -una escena íntima de dos atletas, bajo la luz pública, los mejores de la historia en su deporte-, que atenta contra un mundo en extinción, el de las emociones reprimidas, la hombría del héroe que no dice te quiero, no besa a otro hombre ni lo lleva de la mano a ninguna parte si no es su hijo; la del antiguo pero miderno hombre heterosexual que teme que determinados gestos afectuosos puedan malinterpretar sus gustos o ser objeto de burla o sospecha; la del hombre, en definitiva, que teme, frente al hombre que no teme.

Manuel Jabois, El País