Estamos de acuerdo con que es mejor comprar una caña y enseñar a pescar que dar el pescado a un necesitado. Sabemos por experiencia que el poder corrompe a la mayoría. Sin embargo, algo nos pasa por la cabeza cuando extrapolamos el problema a la escala de la vida política. Le damos cada vez más poder a los gobiernos (incluso con los casos de corrupción escandalosos) y confiamos en que los políticos nos saquen de las crisis (como el bombero que apaga el fuego que encendió).
El mayor narcótico de la sociedad civil es el dinero público
Un comentario en «Vivir de las subvenciones»