Sobriedad de vida

La sobriedad que se vive con libertad y conciencia es liberadora. No es menos vida, no es una baja intensidad sino todo lo contrario. En realidad, quienes disfrutan más y viven mejor cada momento son los que dejan de picotear aquí y allá, buscando siempre lo que no tienen, y experimentan lo que es valorar cada persona y cada cosa, aprenden a tomar contacto y saben gozar con lo más simple. Así son capaces de disminuir las necesidades insatisfechas y reducen el cansancio y la obsesión. Se puede necesitar poco y vivir mucho, sobre todo cuando se es capaz de desarrollar otros placeres y se encuentra satisfacción en los encuentros fraternos, en el servicio, en el despliegue de los carismas, en la música y el arte, en el contacto con la naturaleza, en la oración. La felicidad requiere saber limitar algunas necesidades que nos atontan, quedando así disponibles para las múltiples posibilidades que ofrece la vida.

Laudato si’ n.223

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Laudato si’

Si nos acercamos a la naturaleza y al ambiente sin esta apertura al estupor y a la maravilla, si ya no hablamos el lenguaje de la fraternidad y de la belleza en nuestra relación con el mundo, nuestras actitudes serán las del dominador, del consumidor o del mero explotador de recursos, incapaz de poner un límite a sus intereses inmediatos. En cambio, si nos sentimos íntimamente unidos a todo lo que existe, la sobriedad y el cuidado brotarán de modo espontáneo. La pobreza y la austeridad de san Francisco no eran un ascetismo meramente exterior, sino algo más radical: una renuncia a convertir la realidad en mero objeto de uso y de dominio  n.11

S

Danza sagrada

Hay un momento en que el danzarín desaparece y solo la danza permanece. En ese raro espacio, uno siente armonía.(…)
Estar despierto y armónico crea la posibilidad del éxtasis. Éxtasis significa la dicha definitiva, inefable. Y cuando alguien ha alcanzado el éxtasis, cuando alguien ha conocido la cumbre de la dicha definitiva, la consecuencia de ello es la compasión. Cuando tienes esa dicha, te gusta compartirla; no puedes evitar compartirla, compartirla es inevitable. Es una consecuencia del hecho de tener. Empiezas a rebosar, a desbordarte. No necesitas hacer nada. Sucede por sí mismo”

Leído en Editar en voz alta, de Elsa Aguiar.

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Hacer la paz

Hacer la paz es un trabajo artesanal requiere pasión, paciencia, experiencia, tesón. Bienaventurados quienes siembran paz con sus acciones cotidianas, con actitudes y gestos de servicio, de fraternidad, de diálogo, de misericordia… Estos, sí, «serán llamados hijos de Dios», porque Dios siembra paz, siempre, en todas partes; en la plenitud de los tiempos ha sembrado en el mundo a su Hijo para que tuviésemos paz. Hacer la paz es un trabajo que se realiza cada día, paso a paso, sin cansarse jamás.
Francisco en Sarajevo
Sarajevo

A Elsa

al mes de tu muerte  encuentro este poema, in memoriam

Eres tan bella.
Casi traslúcida.
Aún corpórea, pero una materia
De la que solo ha quedado la luz
Dibujada sobre la almohada.
Una sombra de plata,
Incluso desde ahora sombra,
Empezabas a pertenecer
A otro mundo, a otro estado,
Incluso desde ahora,
Incluso desde antes

25 de septiembre de 2005
9-9.30 horas
Ana Blandiana

AZUL