Jesús de Teresa

Yo viendo aquél cuerpo llagado que parecía reprochar mi tibieza, arranqué a llorar, sinceramente arrepentida. Y entendí entonces que quería acompañarlo en su agonía de Getsemaní, limpiar su rostro sudoroso de sangre y seguirlo hasta casa de Anás, de Caifás, de Herodes y de Pilatos, y padecer con Él los azotes en la columna, y sufrir las desgarraduras de aquella corona de espinas que se clavaba en sus sienes, y cargar sobre mis hombros el madero, y acompañarlo hasta la cima del Calvario, para que allí quedasen crucificadas todas mis vanidades.

JMP, El castillo de diamante

avila_cristo

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