Mística y amor de Dios

La mística no nos aleja de la realidad, por el contrario, nos da la fuerza para vivir cada día para Cristo y para construir la Iglesia. La unión con Dios no aleja del mundo, sino que nos da la fuerza para permanecer de tal modo, que se pueda hacer lo que se debe hacer en el mundo. Incluso en nuestra vida de oración podemos, por lo tanto, tener momentos de especial intensidad, en los cuales quizás, sintamos más viva la presencia del Señor, pero es importante la constancia, la fidelidad en la relación con Dios, especialmente en las situaciones de aridez, de dificultad, de sufrimiento, de aparente ausencia de Dios.

Solo si estamos aferrados al amor de Cristo, estaremos en grado hacer frente a cualquier adversidad. Así, en la medida de que damos espacio a la oración, más veremos que nuestra vida cambiará y será animada por la fuerza concreta del amor de Dios.

Vázquez Borau

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