Dancing Beethoven

El gesto de la niña al contemplar a sus padres, bailarines, tras el cristal, es inequívoco.  La admiración La sensación de estar contemplando una maravilla inaccesible. El miedo. La sensación de sentirse a salvo al otro lado de la puerta.  El alivio, el deseo de mantenerse al margen de la batalla, bellísima y terrible, que tiene lugar en el interior de la sala. Y nosotros, ¿dónde estamos? ¿Contemplamos las maravillas del otro lado del cristal, temblando de miedo, sin atrevernos a entrar? ¿O dentro, con los otros, bailando? ¿Deseamos bailar o solo mirar a los que bailan? ¿Qué estamos haciendo con nuestra vida? ¿Qué estoy haciendo yo con mi vida?

Andrés Ibáñez

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Gloria

¿Dónde está Dios? Se ve, o no se ve.

Si te tienen que decir donde está Dios, Dios se marcha.
De nada vale que te diga que vive en tu garganta.
Que Dios está en las flores y en los granos, en los pájaros y en las llagas,
en lo feo, en lo triste, en el aire, en el agua;
Dios está en el mar y a veces en el templo,
Dios está en el dolor que queda y en el viejo que pasa
en la madre que pare y en la garrapata,
en la mujer pública y en la torre de la mezquita blanca.
Dios está en la mina y en la plaza,
es verdad que está en todas partes, pero hay que verle,
sin preguntar que dónde está como si fuera mineral o planta.
Quédate en silencio,
mírate la cara.
el misterio de que veas y sientas,
¿no basta?
Gloria Fuertes

Un libro

Con un libro que puede haberte costado menos que una cerveza tienes la posibilidad de horas extraordinarias de inmersión en un mundo que será todavía más deslumbrante y más saludable para ti porque te forzará a prestar atención a historias que no tienen nada que ver contigo, ni con tus amigos en las redes sociales, ni con tu época, ni con nada que te halague y te confirme en tus prejuicios y tu narcisismo y te convenza de que vives en el centro del mundo y en la cima del tiempo, y que desde esa posición puedes mirar con condescendencia, con lástima, incluso con desprecio, a todos los que han nacido antes que tú, lo mismo tus padres que los romanos del tiempo de Augusto

Antonio Muñoz Molina