Ars silentium II

por eso conviene al ánima de todo punto lanzar de sí todas las ocupaciones interiores y exteriores, y que solamente entienda en recibir a su esposo, por cuanto es simple y uno, y quiere ser buscado en simplicidad y unidad de corazón. Pues el corqazón no es simple y uno si en tantas partes está dividido por cuidados humanos, vanos.

García Jimenez de Cisneros

Monje sentado manos meditando 35,5cm

 

La casa

la casa es la concavidad del cobijo, de la misma manera que el cuenco formado por las manos lo es del don. El tejado de la casa se parece a la figura de las manos juntas mirando hacia abajo; las palmas serían el techo. El cuenco se hace con las manos juntas hacia arriba, Con el cuenco se da y se ofrece, con el techo se guarda y se ampara. El cobijo lleva al don, Se da en casa y se sale de casa para dar.

José María Esquirol, La resistencia íntima

cuenco