Silencio y soledad

Solo quien es capaz de soledad puede estar de veras con los demás. El silencio de quien se recoge es un silencio metodológico -literalmente, «de un camino»- que busca ver mejor. Afinar los sentidos, básicamente abrirlos; estar en vigilia; hacer como si los ojos fuesen oídos, y los oídos los ojos. ¿Es ésta una actitud estéril, inferior a las ilusiones de la autorrealización?

José María Esquirol

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Cándido

Un día conocen a un anciano que toma el fresco bajo un emparrado de naranjos. Los visitantes comprueban que es alguien que se mantiene desinformado de las cosas concretas que les suceden a los grandes personajes de la ciudad. Que es alguien que no está pendiente de la actualidad. El anciano confiesa; nunca me informo de lo que sucede en Constantinopla; me contento con enviar allá las frutas del huerto que cultivo.

Voltarie, Cándido

Mandarinas-5

 

Ética cotidiana II

La ética de la vida corriente no lo es de la apariencia, mientras el poder, la riqueza y la gloria se cifran a menudo en la apariencia; denuncia en la que coinciden los estoicos, Agustín y Pascal:
mi buen amigo, siendo ateniense, ¿no te avergüenzas de preocuparte por cómo tendrás las mayores riquezas y la mayor fama y los mayores honores y, en cambio, no te preocupas ni te interesas por la inteligencia, la verdad, y por cómo tu alma va a a ser lo mejor posible?(Sócrates)

José María Esquirol, La resistencia íntimaarias_francisco-paisaje_amarillo~OM399300~10631_20091103_613_107

Ética cotidiana I

a la pregunta ¿cuál es la mejor manera de vivir?, cabe responder que la vida entregada a la aventura, o la vida política ( como decía Arendt) o al vida contemplativa ( como consideró buena parte de la tradición griega o cristiana)
Afortunadamente muchos de nosotros hemos podido conocer un tipo de cotidianidad que podría ser candidata a la mejor manera de vivir. Una cierta plenitud de vida corriente está al alcance de mucha gente y va en dirección opuesta a la lógica de la propiedad, del poder o de la fama.

José María Esquirol, La resistencia íntima

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Arrupe

Arrupe miraba al mundo con confianza, no una confianza que le viniera de sí mismo, sino que le venía de sentirse parte activa de la mirada amorosa y comprometida de Dios que en Jesús se hace un «sí» total a la humanidad y a la vida. Sus frases habituales eran del estilo de «todo ser humano lleva en su misma esencia algo de bueno que debemos conducir a Dios»; «teniendo confianza mutua se consigue todo»; «podemos contribuir a que la parte luminosa aumente en el mundo».

Julio Martínez

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