De película: el hombre de acero

El lejano planeta Krypton tiene sus recursos agotados y está a punto de desaparecer, al igual que sus habitantes, que a través de la manipulación genética, han perdido su horizonte existencial. Solamente esta pareja primigenia son los verdaderos custodios de la esperanza. Han concebido naturalmente un hijo al que le han incorporado del código del saber de esta civilización y al que envían como nuevo Moisés a la Tierra. Él será el Elegido para dar continuidad a su pueblo y ayudar a la humanidad terrestre.

Las buenas intenciones existenciales se manifiestan en su preocupación ecológica y social sobretodo en la invitación a la convivencia de civilizaciones y a la integración de las diferencias. También destaca por su atención a la familia, donde aparece resaltado un homenaje a la paternidad y maternidad, de forma más significativa lo referido a la adopción, así como su apuesta por el amor romántico, de aquellos que basta un beso.

El protagonista funciona como una figura crística, en este caso hay una escena delatadora en una iglesia, en la que se resalta el origen extraordinario, la misión secreta de recuperar la esperanza, las acciones salvadoras, la bondad inmaculada, la incomprensión y la disposición al sacrificio. Sin embargo, su carácter cuasi divino hace de Superman un aspirante galáctico a sustituto mesiánico. Cadencia frecuente en la versión más simplista de la mentalidad yanqui.
Peio Sánchez

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