Silencio y sobriedad

El silencio y la sobriedad, que es tanto como decir la oración y el ayuno, es lo que más le conviene al hombre para llegar a encontrarse consigo mismo. Sin embargo, hay algo en nosotros que nos impulsa a buscar la plenitud exactamente por el camino contrario. De este modo, en lugar de fijar nuestras residencias en lugares silenciosos, por ejemplo, nos instalamos en las poblaciones más ruidosas y nos aturdimos con toda clase de sonidos. De igual manera, en vez de ser sobrios o moderados, nos arrojamos ávidamente a todo tipo de alimentos y bebidas, objetos y sustancias con que aturdir nuestros sentidos y confundir nuestro espíritu.

Pablo D’Ors, El olvido de sí
Colombia Mexixo nov 2011 246

Ora y ayuna

Cuando alguien me pregunta qué debe hacer para encontrarse con Dios, mi respuesta es siempre la misma: ora, ayuna; y no me limito a decírselo, sino que oro y ayuno con él, pues rara vez llegará a hacerlo si al principio no se le acompaña.

Jamás debe decirse a nadie que ore o ayune si no se está en disposición de orar y ayunar a su lado. Es más: decirlo sin hacerlo puede llegar a ser perjudicial.

Si ha orado y ayunado, no hay hombre o mujer en el mundo a quien Dios no se le revele; y reto a cualquiera que realmente lo haya hecho a que diga lo contrario. Dios no se resiste a quien se pone en esta disposición. El problema nunca es que Dios se resista, sino por qué se resiste el hombre a descubrirle o, lo que es lo mismo, por qué desdeña el ayuno y la oración.»

Pablo D’Ors, El olvido de sí

LLena de Gracia

“Tuvimos un rato de oración en la Santa Capilla, en el Pilar. Última hora del sábado, mucha gente, mucho ir y venir.

Uno de nosotros se lamentaba de que con tanto trasiego era complicado concentrarse en la oración y meditar.

«Yo hago una oración más pasiva, contestó otro hermano. Simplemente dejo que la Virgen me bendiga, que a través de la Llena de Gracia sigamos recibiendo a Jesús, la gracia de Dios”

Es lo que deseo para todos al comenzar este curso escolar

san vicente 120

De libros: vacaciones poéticas. Frederick VI

Cuatro ratoncitos de campo, que viven en el cielo.

Cuatro ratoncitos de campo, como vosotros…y yo.

Uno es Ratónprimavera, que danza en el aguacero.

Viene entonces el Verano, y pinta en las flores.

Otoñoratón le sigue, con trigo y castañas.

Y el último es Invierno,  con fríos piececitos.

¡Tenemos suerte de que las estaciones sean cuatro!

¡Pensad en un año con una de menos…o una de más!

De libros: vacaciones poéticas. Frederick V

«¿Y las palabras Frederick?»

Frederick aclaró su garganta, esperó un momento, y entonces, como desde un escenario, dijo:

¿Quién esparce los copos de nieve?

¿Quién derrite el hielo?

¿Quién estropea el tiempo?¿Quién lo hace bonito?

¿Quién hace brotar en Junio la cuarta hoja de trébol?

¿Quién nubla la luz del día? ¿Quién enciende la luna?

De libros: vacaciones poéticas. Frederick IV

«¿Y qué hay de los colores, Frederick?» preguntaron ansiosamente. «Cerrad los ojos otra vez» dijo Frederick.

Y cuando les habló del azul flor pervinca, de la amapola roja entre los trigos amarillos, de las verdes zarzamoras florecidas, ellos veían los colores con tanta claridad como si estuvieran plantadas en sus mentes.