El verdadero venerador de la pasión del Señor tiene que contemplar de tal manera, con la mirada del corazón, a Jesús crucificado, que reconozca en él su propia carne.
León Magno
La caja de la esperanza
Ars silentium II
por eso conviene al ánima de todo punto lanzar de sí todas las ocupaciones interiores y exteriores, y que solamente entienda en recibir a su esposo, por cuanto es simple y uno, y quiere ser buscado en simplicidad y unidad de corazón. Pues el corqazón no es simple y uno si en tantas partes está dividido por cuidados humanos, vanos.
García Jimenez de Cisneros
La casa
la casa es la concavidad del cobijo, de la misma manera que el cuenco formado por las manos lo es del don. El tejado de la casa se parece a la figura de las manos juntas mirando hacia abajo; las palmas serían el techo. El cuenco se hace con las manos juntas hacia arriba, Con el cuenco se da y se ofrece, con el techo se guarda y se ampara. El cobijo lleva al don, Se da en casa y se sale de casa para dar.
José María Esquirol, La resistencia íntima
el otro
lo sublime
ars silentium
es verdad que el principal secreto y silencio ha de ser dentro del ánima más que fuera, esto es, que el ánima lance de sí y su morada todo cuidado humano y mundano y todo pensamiento vano y embarazoso, y todas las cosas que le pueden impedir llegar a aquello adonde tiende.
García Jimenez de Cisneros
Silencio y soledad
Solo quien es capaz de soledad puede estar de veras con los demás. El silencio de quien se recoge es un silencio metodológico -literalmente, «de un camino»- que busca ver mejor. Afinar los sentidos, básicamente abrirlos; estar en vigilia; hacer como si los ojos fuesen oídos, y los oídos los ojos. ¿Es ésta una actitud estéril, inferior a las ilusiones de la autorrealización?
José María Esquirol
Cándido
Un día conocen a un anciano que toma el fresco bajo un emparrado de naranjos. Los visitantes comprueban que es alguien que se mantiene desinformado de las cosas concretas que les suceden a los grandes personajes de la ciudad. Que es alguien que no está pendiente de la actualidad. El anciano confiesa; nunca me informo de lo que sucede en Constantinopla; me contento con enviar allá las frutas del huerto que cultivo.
Voltarie, Cándido
Memorial
Alba
Ética cotidiana II
La ética de la vida corriente no lo es de la apariencia, mientras el poder, la riqueza y la gloria se cifran a menudo en la apariencia; denuncia en la que coinciden los estoicos, Agustín y Pascal:
mi buen amigo, siendo ateniense, ¿no te avergüenzas de preocuparte por cómo tendrás las mayores riquezas y la mayor fama y los mayores honores y, en cambio, no te preocupas ni te interesas por la inteligencia, la verdad, y por cómo tu alma va a a ser lo mejor posible?(Sócrates)José María Esquirol, La resistencia íntima