Cumbres Borrascosas

Cumbres Borrascosas
Emily Bronte

¡Catalina!¡ Haga Dios que no reposes mientras yo viva! Si es cierto que yo te maté, persígueme. Se asegura que la víctima persigue a su asesino. Hazlo, pues, sígueme hasta que me enloquezcas. Pero no me dejes solo en este abismo. ¡Oh! ¡No puedo vivir sin mi vida! ¡No puedo vivir sin mi alma!.

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Tal vez suene un poco extraño que alguien recomiende un libro así a estas alturas. Algunos opinarán que es demasiado romántico o apasionado. Diré que realmente “Cumbres Borrascosas” es un libro de personajes sin piel, donde la pasión en ocasiones se vuelve desbocada e incluso llega a violentar al lector. Pero es imposible leerlo y no sentir que a uno se le remueven las entrañas y que su imaginación viaja una y otra vez, como los fantasmas de la obra, a Cumbres Borrascosas.

Doctor Zhivago

dr_zhivago«¡Qué amor había sido el suyo, libre, extraordinario, que a ninguno podía compararse! Habían pensado y comprendídose como otros cantan. Se habían amado no porque fuera inevitable, no porque habían sido “arrastrados por la pasión”, como suele decirse. Se amaron porque así lo quiso todo lo que les rodeaba: la tierra a sus pies, el cielo sobre sus cabezas, las nubes y los árboles. (…) Nunca, ni en los momentos de más libre y olvidada felicidad les había abandonado la sensación de estar en relación con él, de participar de la belleza de todo el espectáculo, del universo.
Vivían de esta participación. Y por esto el dominio del hombre sobre la naturaleza, el culto y la idolatría del hombre no los atrajeron jamás. Los principios de un falso culto social transformado en política, les parecieron una cosa bien miserable y ninguno los comprendió.»
Doctor Zhivago. Boris Pasternak

Todas las grandes novelas tratan, de muy diversas maneras, un único asunto: el alma humana. Doctor Zhivago es una de las más sublimes expresiones del «alma rusa». Ambientada en una época que va desde la Gran Guerra hasta la revolución de 1917, la historia de amor entre Zhivago y Lara se convierte en un dique irreductible ante la avalanchas de la locura humana.
Un libro para hundirse en las profundidades de la conciencia y asomarse a los abismos de la libertad.

Retorno a Brideshead. Evelyn Waugh

-Seguir sola, simplemente. ¿Cómo puedo saber lo que voy a hacer? Tú me conoces totalmente. Sabes que no estoy hecha para una vida de luto. Siempre he sido mala. Es probable que vuelva a ser mala, y volveré a ser castigada. Pero cuando peor soy, más necesito a Dios. No puedo estar fuera del alcance de su misericordia. Eso es lo que significaría empezar una vida contigo; sin Él. Lo único que puedo desear es ver un paso más adelante. Pero hoy me di cuenta de que hay una cosa imperdo­nable, como las cosas de la infancia, tan malas que sólo mamá podía arreglarlas, la cosa mala que estaba a punto de hacer, pero no acabo de ser lo bastante malvada para hacerla: situar a un rival a la altura de Dios. ¿Por qué se me permite a mí entender esto y a ti no, Charles? Quizá sea a causa de mamá, de Nanny, Cordelia, Sebastian, quizá Bridey y la señora Muspratt, que siempre me han tenido presente en sus oraciones; o quizá sea un trato privado entre Dios y yo: si sacrifico lo único que quiero de veras, por mala que sea no me abandonará totalmente al final.

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Cuando, al leer el prefacio a esta obra, descubrí que el autor decía que “Retorno a Brideshead» trata de “la influencia de la gracia divina en un en grupo de personajes”, quedé expectante. ¿Cómo saldrá de ésta? Se pregunta uno cuando ya lleva las cien primeras páginas, entrañables, intimistas, inteligentes.

Al final descubrimos que la acción de Dios se comprende en el conjunto de la historia, en la suma de las vidas, de unas vidas que en sí mismas, aisladas, resultan tristes y vacías pero que, en conjunto, nos permiten vislumbrar cómo Dios ensambla las piezas de la historia en un mosaico de increíble belleza. Imprescindible.

El Exorcista

¿Qué sentido tiene?
-¿quién lo sabe? -respondió Merrin-. ¿quién puede tener la esperanza de saber? -pensó un momento. después continuó sondeando-: pero yo creo que el objetivo del demonio no es el poseso, sino nosotros… los observadores… cada persona de esta casa. y creo… creo que lo que quiere es que nos desesperemos, que rechacemos nuestra propia humanidad, damien, que nos
veamos, a la larga, como bestias, como esencialmente viles e inmundos, sin nobleza, horribles, indignos. y tal vez ahí está el centro de todo: en la indignidad. porque yo pienso que el creer en Dios no tiene nada que ver con la razón, sino que, en última instancia, es una cuestión de amor, de aceptar la posibilidad de que Dios puede amarnos…

El Exorcista. Blatty

Admito que es extraño hacer una reseña del libro de «El Exorcista», sobre todo porque uno piensa que esas supersticiones «ya están muy superadas«. Pues bueno, incluso en un best-seller se pueden encontrar perlas que nutren nuestra razón y que nos ayudan a acercarnos un poco más a Dios.
Dice el Apocalipsis que «ha sido precipitado el acusador de nuestros hermanos». Sí, tal vez en eso radique todo, en la tentación de creer que Dios no puede amarnos así, tal como somos.
Pecado y dignidad

El arte de amar

El arte de amar
Hablamos del amor y usamos esta palabra muy ligeramente. En la televisión, en los medios de comunicación, entre nosotros, usamos tanto la palabra “amor”, que a veces pierde sentido.
El libro “ El arte de amar” de Erich Fromm da unas pinceladas de que es amar, y todo lo que implica el amor a los demás, a Dios, a uno mismo. No es un manual acerca del arte de amar, sino que nos  pretende demostrar que amar no es fácil, y que implica esfuerzo y dedicación.
Me ha parecido un libro recomendable, y sobre todo me ha hecho reflexionar un montón. Os dejo algunas frases con las que me quedo

“Para la mayoría de la gente, el problema del amor consiste fundamentalmente en ser amado, y no en amar, no en la propia capacidad de amar”
“En el amor se da la paradoja de dos seres que se convierten en uno y, no obstante, siguen siendo dos.”

¿Os lo habéis leído? ¿Qué os parece?
La mirada

La impaciencia del corazón

«…hay dos clases de compasión. Una, la débil y sentimental, que en realidad sólo es impaciencia del corazón por liberarse lo antes posible de la penosa emoción ante una desgracia ajena, es una compasión que no es exactamente con-pasión, sino una defensa instintiva del alma frente al dolor ajeno. Y la otra, la única que cuenta, es la desprovista de lo sentimental, pero creativa, que sabe lo que quiere y está dispuesta a aguantar con paciencia y resignación hasta sus últimas fuerzas e incluso más allá. Sólo cuando uno llega hasta el final, hasta el final más extremo y amargo, sólo cuando uno tiene la gran paciencia, puede ayudar a los hombres. ¡Sólo cuando se sacrifica a sí mismo, sólo entonces!»

La impaciencia del corazón. Stefan Zweig

Libro: El niño con el pijama de rayas

Hace menos de un mes, me leí en unos pocos días, un libro que me dejó bastante impactada. Me lo dejó una amiga y como había escuchado hablar bien de él, me puse en seguida a leerlo: «El niño con el pijama de rayas».

Aunque para esto de los libros, hay opiniones para todos los gustos, a mí me impactó por la simplicidad del personaje principal, Bruno, un niño de 9 años, que va narrando lo que sucede en su vida, con la sencillez, y la ingenuidad de un niño de su edad. Engancha la historia, e impacta, de forma impresionante, el final de la misma.

Estas son las palabras del autor en la contraportada, que ya son llamativas de por sí:

Estimado lector, estimada lectora:

Aunque el uso habitual de un texto es describir las características de la obra, por una vez nos tomaremos la libertad de hacer una excepción a la norma establecida. No sólo porque el libro que tienes en tus manos es muy difícil de definir, sino porque estamos convencidos de que explicar su contenido estropearía la experiencia de la lectura. Creemos que es importante empezar esta novela sin saber de qué trata.
No obstante, si decides embarcarte en la aventura, debes saber que acompañarás a Bruno, un niño de nueve años, cuando se muda con su familia a una casa junto a una cerca. Cercas como esa existen en muchos sitios del mundo, sólo deseamos que no te encuentres nunca con una.

La visita del inspector

La visita del inspector
J.B. Priestley

No vivimos solos. Somos miembros de un cuerpo. Somos responsables los unos de los otros. Y les digo que pronto llegará el tiempo en que, si los hombres no aprenden esa lección, se les enseñará con el fuego, la sangre y el sufrimiento. Buenas noches.

Esta impresionante obra de teatro, escrita en 1947 por J.B. Priestley, nos habla de la conciencia colectiva, del cuerpo social. La acción se sitúa en 1912 y lleva al lector –o espectador- a asumir la responsabilidad que le toca en nuestro mundo. De una actualidad que sorprende.
Si eres de los que dicen “yo no leo teatro”, tal vez sea una gran oportunidad para acercarte a esta otra forma de literatura. Será imposible que no te sientas profundamente cuestionado. Como dice John Donne “No preguntes nunca por quién doblan las campanas: las campanas doblan por ti”

Quédate a mi lado

Hace ya unos años llegó a mis manos el libro de «El regreso del hijo pródigo» de J. M. Nouwen. Desde entonces cada libro de él que he leído me ha cautivado. Durante los meses que estuve en Taizé, leí muchos de ellos, y especialmente me llenó uno titulado «Con el corazón en Ascuas«. Descubrí la importancia de la humildad, y de pedirle cada día a Dios: Quédate a mi lado.

(…)La Eucaristía es un regalo que no podemos fabricar nosotros mismos, sino que tenemos que recibirlo. Un regalo que se nos ofrece libremente y que pide ser libremente recibido. ¡Ahí es donde está la elección!
Podemos elegir dejar al desconocido que prosiga su viaje y siga siendo un extraño. Pero también podemos invitarlo a nuestra intimidad, dejarle que toque cada partícula de nuestro ser y transforme nuestros resentimientos en agradecimientos. . No tenemos por qué hacerlo, de hecho la mayoría no lo hace, pero siempre que lo hacemos, todas las capas, incluídas las más triviales, se hacen nuevas. Nuestras pequeñas vidas se hacen grandes y ello forma parte del misterioso trabajo de salvación de Dios
Una vez que tal cosa sucede, nada será ya accidental, casual o fútil. Incluso el más insignificante acontecimiento habla el lenguaje de la fe, de la esperanza y, sobre todo, del amor. Tal es la vida eucarística, la vida en la que cualquier cosa que hagamos es una manera de decir: » Gracias, a Aquel que se unió a nosotros en el camino».


Con el corazón en ascuas

J. M. Nouwen

La elección

Debe sonar extraño decir que la alegría es fruto de nuestra elección. Con frecuencia nos imaginamos que hay personas más afortunadas que otras y que su alegría o su tristeza depende de las circunstancias de la vida, las cuales quedan fuera de nuestro control.
Y, sin embargo, elegimos; no tanto las circunstancias de nuestra vida cuanto la manera de responder a estas circunstancias. Dos personas pueden ser víctimas de un mismo accidente. Para uno, este se convierte en fuente de resentimiento; para otro, en fuente de agradecimiento. Las circunstancias externas son las mismas, pero la elección de la respuesta es completamente distinta. Hay gente a la que se le agria el carácter cuando se van haciendo mayores. Otros, en cambio, envejecen con gozo. Esto no significa que la vida de aquellos cuyo carácter se va amargando haya sido más dura que la vida de los que viven contentos. Significa que se han hecho opciones diferentes, opciones íntimas, opciones del corazón.

Henri J. M. Nouwen- Aquí Y Ahora

Vía Esperanza que construye mientras espera

¿Sufrir? ¿Para qué?

La grandeza de la humanidad está determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento y con el que sufre. (nº 38)

Sufrir con el otro, por los otros; sufrir por amor de la verdad y de la justicia; sufrir a causa del amor y con el fin de convertirse en una persona que ama realmente, son elementos fundamentales de humanidad, cuya pérdida destruiría al hombre mismo. Pero una vez más surge la pregunta: ¿somos capaces de ello? ¿El otro es tan importante para que, por él, yo me convierta en una persona que sufre? ¿Es tan importante para mí la verdad como para compensar el sufrimiento? ¿Es tan grande la promesa del amor que justifique el don de mí mismo? (…)
El hombre tiene un valor tan grande para Dios que se hizo hombre para poder compadecer Él mismo con el hombre. (nº 39)

BENEDICTO XVI, Carta encíclica Spe salvi

Mártires marianistas

«Irrumpieron en el piso cuatro milicianos armados. El portero, que les había indicado el piso, les insistió: – “¡no hagáis nada a las mujeres que son muy buenas!”
Terminado el registro conminaron a los religiosos: “¡seguidnos!”. De nada sirvieron los lamentos y la súplicas de las buenas mujeres.
Con palabras soeces y a empujones los bajaron por las escaleras. Entonces Sabino, en uno de sus típicos arranques de generosidad, se acercó al portero (que les había denunciado) y, dándole las gracias, le abrazó. (…)
¿Qué jucio se les hizo? Probablemente sumarísimo: eran religiosos y bastaba. Este “delito” estaba condenado con la muerte (…)
Hacia las 2 ó 3 de la mañana sacaron a los cinco de sus celdas y, metiéndoles en unos coches, los llevaron a la carretera del Pardo. Ya no daban el paseo a sus víctimas a la luz del día.
Por la mañana, los agentes de la Dirección General de Seguridad encontraron los cadáveres acribillados a balazos y con el tiro de gracia. Los fotografiaron para que pudieran ser identificados por sus familiares.
Fueron sepultados en el cementerio del Pardo.
Aquel 14 de septiembre de 1936 era un día de victoria. Era la fiesta del triunfo de la Santa Cruz. A imitación y unidos a su divino Maestro, ellos también habían triunfado en su moderna cruz».

Florencio Arnaiz Cejudo

Joaquín Ochoa

Madrid, verano 1936; José María Salaverri.

Narra la biografía de los 4 nuevos beatos marianistas cuya memoria celebramos ayer, día 6 de Noviembre.