Dios cree en el hombre

Pero queremos decirlo. Compartir con los hermanos el mismo deseo de amar con respeto a todos, a la manera de Jesús de Nazaret, es una gran alegría. Es un apoyo releer juntos nuestra vida compartida con la gente, sabiendo que nuestros hermanos no nos dejarán abandonados en el camino.
Rezar juntos, dejarse moldear juntos por Dios, escuchar juntos su Palabra que nos dice, de todas las maneras imaginables, que Dios cree en el hombre…todo esto alimenta nuestra esperanza.

 

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En vela IV

Señor Jesucristo, dulcísimo Salvador nuestro, dígnate encender tú mismo nuestras lámparas para que brillen sin cesar en tu templo y de ti, que eres la luz perenne, reciban ellas la luz indeficiente con la cual se ilumine nuestra oscuridad y se alejen de nosotros las tinieblas del mundo. Te ruego, Jesús mío, que enciendas tan intensamente mi lámpara con tu resplandor que, a la luz de una claridad tan intensa, pueda contemplar el santo de los santos que está en el interior de aquel gran templo, en el cual tú, Pontífice eterno de los bienes eternos, has penetrado; que allí, Señor, te contemple continuamente y pueda así desearte, amarte y quererte solamente a ti, para que mi lámpara, en tu presencia, esté siempre luciente y ardiente.

San Columbano

En vela III

¡Ojalá mis méritos fueran tan abundantes que mi lámpara ardiera sin cesar, durante la noche, en el templo de mi Señor e iluminara a cuantos penetran en la casa de mi Dios! Concédeme, Señor, te lo suplico en nombre de Jesucristo, tu Hijo y mi Dios, un amor que nunca mengüe, para que con él brille siempre mi lámpara y no se apague nunca y sus llamas sean para mí fuego ardiente y para los demás luz brillante.

San Columbano

Humanizarnos

Si, para ser verdaderamente humanos, sentimos la necesidad de la oración. Exponernos a la luz de Dios, simplemente porque es Dios, que nos conoce y que nos ama. Y para que transforme nuestro corazón y de los que están cerca nuestro, a la imagen del de Jesús, compasivo y fuerte, dulce y firme. Para que nos ayude a mirar con su mirada.
Oración de pobres humanos, con los pies en la tierra. Dolorosa, a veces, y sin respuesta: “Dios mío ¿por qué nos has abandonado?” Y otras veces alegre y llena de ánimo: “¡Bendito seas porque has ocultado estas cosas a inteligentes y sabios y la has revelado a la gente sencilla!”.

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