Gaudium et Spes 16

La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquélla. Es la conciencia la que de modo admirable da a conocer esa ley cuyo cumplimiento consiste en el amor de Dios y del prójimo. La fidelidad a esta conciencia une a los cristianos con los demás hombres para buscar la verdad y resolver con acierto los numerosos problemas morales que se presentan al individuo y a la sociedad.»

1385904_679041542114758_336677301_n

Un niño en el trono de San Pedro

un niño sentado en la sede del Papa. Por unos segundos, la sede de Pedro estuvo ocupada por uno de los que Jesús decía que «de ellos es el Reino de lso cielos». Una foto hermosa y llena de simbolismo. Una foto que habla a las claras de la nueva primavera eclesial de la mano del Papa Francisco. Un niño convertido, por unos instantes y de forma simbólica, en el otro Vicario de Cristo o, mejor dicho, en el vicario de los pobres, como llaman al Papa los Santos Padres.

La escena, que ya nos parece hasta normal, hubiese sido impensable hace unos meses. El Papa habla a las familias y las escaleras de su estrado se pueblan de niños. Todos sentaditos y quietos. Pero, cuando va a comenzar su homilía, uno de ellos, de unos 4-5 años, con su camisa amarilla de mangas demasiado largas, se levanta y comienza a acercarse al Papa. Parece que le atrae el abuelo-Papa, con su sotana blanca.

Se mueve con total soltura. Uno de los guardias de seguridad, previendo lo que podía pasar, se acerca al niño, saca una piruleta y se la da, para poder llevárselo. Pero el niño, coge el caramelo y, en vez de irse con el guardia, corre a agarrarse a la sotana del Papa, que le mira y le acaricia. Y el peque se siente seguro al lado del «abuelo».

Y comienza una relación especial entre el Papa y el niño, que dura toda la vigilia con las familias. Mientras el papa habla, el niño se pasea, toca el micrófono, saluda a la gente. Como Pedro por su casa. Y el Papa-abuelo no dice nada, ni rechista. No lo echa ni manda a sus padres que lo cojan para que no moleste. Al contrario, aprovecha cualquier respiro en su discurso para acariciarlo. Hay una clara coplicidad entre ambos.

Y el crio se viene arriba y, en un momento dado, ve la sede del Papa vacía, la mira y se sube a ella. Y allí permanece unos segundos.

Cuando el papa termina su discurso, el niño se acerca a él y comienza a jugar y a intercambiar con el Papa-abuelo. Y lo primero que le llama la atención es el pectoral, la cruz de plata que lleva el Papa colgada del cuello. El pequeño la coge en sus manos, la mira, la sopesa y la besa. Y el Papa-abuelo se le cae la baba (con perdón, Santidad). Y le abraza con tanto amor, con tanta ternura…¡Qué cuadro, qué escena!

«Dejad que los niños se acerquen a mí», decía Jesús. Tras el escándalo de las «manzanas podridas del clero», la Iglesia tiene que recuperar su credibilidad moral. En su relación con los niños se la juega. A curas, obispos, frailes y monjas les entregamos nuestros hijos. Esa confianza, si se rompe, es muy mala de recuperar. El camino de la recuperación lo marca el Papa-abuelo: ternura, amor, comprensión, complicidad. La Iglesia tiene que volver a demostrar que es una institución en la que los niños están a salvo y son profundamente queridos y respetados. Siempre y en todas partes.

José Manuel Vidal,  en Religión Digital

Cooperación y cuidado

Optar por el máximo lucro es poco inteligente. Consiste en forzar uno de los lados del ser humano, el del egoísmo, cuando en realidad estamos preparados de una manera natural para la cooperación y el cuidado. Los padres cuidan de los hijos, cuidamos de los parientes y cercanos. Por eso es importante insistir en que el individualismo es falso. Es una abstracción, una creación, que ha resultado muy perjudicial, porque los seres humanos no somos solo maximizadores racionales, sino seres fundamentalmente cooperativos y reciprocadores. Son los chimpancés los que son maximizadores. Por eso cuando las personas persiguen solo su beneficio, se equivocan: están más preparadas para cuidar y cooperar, no se mueven solo por el afán de lucro. El asunto es ¿qué triunfará: el impuso egoísta o el cooperativo?

Adela Cortina

Muerte no me seas esquiva

Mira que el amor es fuerte,
vida, no me seas molesta;           
mira que sólo te resta,
para ganarte, perderte.
Venga ya la dulce muerte,
el morir venga ligero,
que muero porque no muero.          

  Aquella vida de arriba
es la vida verdadera;
hasta que esta vida muera,
no se goza estando viva.
Muerte, no me seas esquiva;         
viva muriendo primero,
que muero porque no muero.

  Vida, ¿qué puedo yo darle
a mi Dios, que vive en mí,
si no es el perderte a ti           
para mejor a Él gozarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
pues tanto a mi Amado quiero,
que muero porque no muero.

Santa Teresa de Jesús

escanear0018

Imagen de Dios

Dios es un milagro porque sin él no viviríamos. Y por eso estamos, hoy, aquí.
Cuando se mueve el viento y me da en la cara pienso que es Dios el que me toca.
Dios es una luz que ilumina todo. Y ahora me siento bien, es algo que noto dentro, es Dios que está aquí con nosotros. »
«Dios es un padre, un amigo. Dios es el sol y el viento, es el aire cuando se mueve. Es el amor. Es la lluvia.
Dios está en el secreto de los corazones» (…y se ríe)

Así han descrito a Dios, en un grupo de catequesis, personas adultas con diversidad intelelectual

Candor infantil

El hombre es un ser pensante, pero sus grandes obras las realiza cuando
no calcula ni piensa. Debemos reconquistar el «candor infantil» a través dé largos años de ejercitación en el arte de olvidarnos de nosotros mismos. Logrado esto, el hombre piensa sin pensar. Piensa como la lluvia que cae del cielo; piensa como las olas que se desplazan en el mar; piensa como las estrellas que iluminan el cielo nocturno, como la verde fronda que brota bajo el tibio viento primaveral. De hecho,él mismo es la lluvia, el mar, las estrella, la fronda.

Eugene Herrigel

Gaudium et Spes 10 (2)

Cree la Iglesia que Cristo, muerto y resucitado por todos, da al hombre su luz y su fuerza por el Espíritu Santo a fin de que pueda responder a su máxima vocación y que no ha sido dado bajo el cielo a la humanidad otro nombre en el que sea necesario salvarse. Igualmente cree que la clave, el centro y el fin de toda la historia humana se halla en su Señor y Maestro. Afirma además la Iglesia que bajo la superficie de lo cambiante hay muchas cosas permanentes, que tienen su último fundamento en Cristo, quien existe ayer, hoy y para siempre. Bajo la luz de Cristo, imagen de Dios invisible, primogénito de toda la creación, el Concilio habla a todos para esclarecer el misterio del hombre y para cooperar en el hallazgo de soluciones que respondan a los principales problemas de nuestra época

Gaudium et Spes 10

Los interrogantes más profundos del hombre

10. En realidad de verdad, los desequilibrios que fatigan al mundo moderno están conectados con ese otro desequilibrio fundamental que hunde sus raíces en el corazón humano. Son muchos los elementos que se combaten en el propio interior del hombre. A fuer de criatura, el hombre experimenta múltiples limitaciones; se siente, sin embargo, ilimitado en sus deseos y llamado a una vida superior. Atraído por muchas solicitaciones, tiene que elegir y que renunciar. Más aún, como enfermo y pecador, no raramente hace lo que no quiere y deja de hacer lo que querría llevar a cabo. Por ello siente en sí mismo la división, que tantas y tan graves discordias provoca en la sociedad. Son muchísimos los que, tarados en su vida por el materialismo práctico, no quieren saber nada de la clara percepción de este dramático estado, o bien, oprimidos por la miseria, no tienen tiempo para ponerse a considerarlo. Otros esperan del solo esfuerzo humano la verdadera y plena liberación de la humanidad y abrigan el convencimiento de que el futuro del hombre sobre la tierra saciará plenamente todos sus deseos. Y no faltan, por otra parte, quienes, desesperando de poder dar a la vida un sentido exacto, alaban la insolencia de quienes piensan que la existencia carece de toda significación propia y se esfuerzan por darle un sentido puramente subjetivo. Sin embargo, ante la actual evolución del mundo, son cada día más numerosos los que se plantean o los que acometen con nueva penetración las cuestiones más fundamentales: ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es el sentido del dolor, del mal, de la muerte, que, a pesar de tantos progresos hechos, subsisten todavía? ¿Qué valor tienen las victorias logradas a tan caro precio? ¿Qué puede dar el hombre a la sociedad? ¿Qué puede esperar de ella? ¿Qué hay después de esta vida temporal?.

Gaudium et Spes 9

el mundo moderno aparece a la vez poderoso y débil, capaz de lo mejor y de lo peor, pues tiene abierto el camino para optar entre la libertad o la esclavitud, entre el progreso o el retroceso, entre la fraternidad o el odio. El hombre sabe muy bien que está en su mano el dirigir correctamente las fuerzas que él ha desencadenado, y que pueden aplastarle o servirle. Por ello se interroga a sí mismo

Gaudium et Spes 4(II)

Jamás el género humano tuvo a su disposición tantas riquezas, tantas posibilidades, tanto poder económico. Y, sin embargo, una gran parte de la humanidad sufre hambre y miseria y son muchedumbre los que no saben leer ni escribir. Nunca ha tenido el hombre un sentido tan agudo de su libertad, y entretanto surgen nuevas formas de esclavitud social y psicológica. Mientras el mundo siente con tanta viveza su propia unidad y la mutua interdependencia en ineludible solidaridad, se ve, sin embargo, gravísimamente dividido por la presencia de fuerzas contrapuestas. Persisten, en efecto, todavía agudas tensiones políticas, sociales, económicas, raciales e ideológicas, y ni siquiera falta el peligro de una guerra que amenaza con destruirlo todo. Se aumenta la comunicación de las ideas; sin embargo, aun las palabras definidoras de los conceptos más fundamentales revisten sentidos harto diversos en las distintas ideologías. Por último, se busca con insistencia un orden temporal más perfecto, sin que avance paralelamente el mejoramiento de los espíritus.

 

Gaudium et Spes 4

Para cumplir esta misión es deber permanente de la Iglesia escrutar a fondo los signos de la época e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que, acomodándose a cada generación, pueda la Iglesia responder a los perennes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida presente y de la vida futura y sobre la mutua relación de ambas. Es necesario por ello conocer y comprender el mundo en que vivimos, sus esperanzas, sus aspiraciones y el sesgo dramático que con frecuencia le caracteriza. He aquí algunos rasgos fundamentales del mundo moderno.

El género humano se halla en un período nuevo de su historia, caracterizado por cambios profundos y acelerados, que progresivamente se extienden al universo entero. Los provoca el hombre con su inteligencia y su dinamismo creador; pero recaen luego sobre el hombre, sobre sus juicios y deseos individuales y colectivos, sobre sus modos de pensar y sobre su comportamiento para con las realidades y los hombres con quienes convive. Tan es así esto, que se puede ya hablar de una verdadera metamorfosis social y cultural, que redunda también en la vida religiosa.