Felicitación de Navidad

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A través de un agujeruco podemos acercarnos a la escena del misterio. María contempla al niño recién nacido.»Cuando diste luz a tu hijo nos elegiste a todos como lecho de parturienta«.
La madre y el hijo, es lo primero que vemos en esta felicitación de Navidad. La madre ha sido transformada por el nacimiento del niño. Amada en el amado transformada.»Seré María y te daré a Luz»
Si vamos más allá, y abrimos la ventana, vemos un fresco de la Natividad. Muchos personajes dan armonía y belleza al conjunto: san José, con una cara que lo dice todo, «no es posible lo que está sucediendo»; los ángeles, los pastores, la comadrona que apenas muestra su protagonismo. Una rendija nos abre al horizonte de Dios que se inserta en nuestra vida. «Mil veces podrías nacer en Belén pero si no te dejo nacer en mi andaré perdido para siempre«

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Siempre hay que ir más allá del misterio. Dejarse transformar por Él.
En este tiempo de Navidad Dios nos regala su ser, desde el seno de María. Regalarnos unos a otros es entrar en la dinámica de generosidad de nuestro Dios. Me regalo  a ti con  estas tres frases de Angelus Silesius, que rumio, como José, en medio del desconcierto. ¡Feliz Navidad!

12.18

Mirad, vigilad

“Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento.(…)Velad, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, (…)no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos.Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!” (Mc 13, 33-37).

Mirad, sí, mirad con amor, compasión y cercanía la realidad del mundo.

Vigilad, sí, que vuestros corazones y vuestras casas estén abiertos a quienes llaman, como decía San Benito, “como si se tratara del mismo Jesucristo”.

Velad, sí, velad y animad a otros a hacerlo… no sea que acabemos todos dormidos y ni siquiera lleguemos a darnos cuenta que “el Dueño de la casa” llegó acompañado de cientos, miles, millones de seres humanos heridos, anhelando consuelo, alegría y fortaleza espiritual.

Mari Paz Lopez Santos

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Contigo

Mi vida se ha convertido en un diálogo ininterrumpido contigo, Dios mío, un único y gran diálogo. A veces, cuando estoy en una esquinita del campo, con los pies plantados sobre tu tierra y mis ojos dirigidos hacia tu cielo, mi rostro se inunda de lágrimas que gotean de una emoción profunda y de gratitud. También por la noche, cuando, acostada en mi cama, me recojo en ti, Dios mío, lágrimas de gratitud inundan el rostro: es esta mi oración”.

Etty Hillesum

Esta es la última anotación en sus cuadernos. Toda la familia Hillesum fue deportada a Auschwitz en septiembre de 1943. Los padres fueron eliminados de inmediato en las cámaras de gas, mientras que Etty, según la Cruz Roja, murió el 30 de noviembre. Tenía 29 años.

Etty_Hillesum[1]