Mirad, vigilad

“Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento.(…)Velad, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, (…)no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos.Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!” (Mc 13, 33-37).

Mirad, sí, mirad con amor, compasión y cercanía la realidad del mundo.

Vigilad, sí, que vuestros corazones y vuestras casas estén abiertos a quienes llaman, como decía San Benito, “como si se tratara del mismo Jesucristo”.

Velad, sí, velad y animad a otros a hacerlo… no sea que acabemos todos dormidos y ni siquiera lleguemos a darnos cuenta que “el Dueño de la casa” llegó acompañado de cientos, miles, millones de seres humanos heridos, anhelando consuelo, alegría y fortaleza espiritual.

Mari Paz Lopez Santos

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Contigo

Mi vida se ha convertido en un diálogo ininterrumpido contigo, Dios mío, un único y gran diálogo. A veces, cuando estoy en una esquinita del campo, con los pies plantados sobre tu tierra y mis ojos dirigidos hacia tu cielo, mi rostro se inunda de lágrimas que gotean de una emoción profunda y de gratitud. También por la noche, cuando, acostada en mi cama, me recojo en ti, Dios mío, lágrimas de gratitud inundan el rostro: es esta mi oración”.

Etty Hillesum

Esta es la última anotación en sus cuadernos. Toda la familia Hillesum fue deportada a Auschwitz en septiembre de 1943. Los padres fueron eliminados de inmediato en las cámaras de gas, mientras que Etty, según la Cruz Roja, murió el 30 de noviembre. Tenía 29 años.

Etty_Hillesum[1]

Pobre

Y cuando en tu gran pobreza le digas: «Señor, no tengo nada que darte», será El quien te dará el agua viva en tal abundancia que creerás morir. Mira, querida amiga, por haber pasado, y terriblemente, en la horrorosa noche de la negación sé que este vacío que grita en nosotros su angustia, ya es la voz del pastor. Creo que El te ama como nos ama a todos y que su inmenso, su terrible amor sabrá bien conquistarte.(…)

Tú se generosa y un día, una tarde, una noche, cuando algo inmenso grite en ti un hambre de alegría, un hambre de paz, ponte simple y pobremente de rodillas. No pidas nada a Dios mejor que tú el sabe lo que deseas, pero dile con la fuerza de la verdad de tu corazón: «Haz de mi lo que quieras»

Madeleine Delbrêl

PRIERE POUR LA BEATIFICATION DE MADELEINE DELBREL