La respuesta

Cuántas veces puede un hombre girar la cabeza,
y fingir que simplemente no lo ha visto.

La respuesta, amigo mío, está flotando en el viento.
La respuesta está flotando en el viento.

Cuántas veces debe un hombre levantar la vista,
antes de poder ver el cielo.
Cuántas orejas debe tener un hombre,
antes de poder oír a la gente llorar.
Cuántas muertes serán necesarias,
antes de que él se de cuenta,
de que ha muerto demasiada gente.

 

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Un milagro

Juan Ramón es un poeta innato, uno de aquellos que nacen un día con la misma simplicidad con que brillan los rayos del sol, uno que pura y simplemente ha nacido y se ha dado a los demás, inconsciente de sus talentos naturales. No sabemos cuando nace un poeta de esa naturaleza. Sólo sabemos que un día lo encontramos, lo vemos, lo oímos, según un día una planta florecer. Llamamos a esto un milagro.

discurso que pronunció el gran poeta, dramaturgo y traductor Hjalmar Gullberg, en ocasión de concedérsele a Juan Ramón Jiménez el Premio Nobel de Literatura en 1956.   

Los niños seguían jugando

…y mierda, se habrá dado cuenta que la he visto; pues yo no me aparto. Mirem se acercaba caminando con pasos dominicales, despreocupados, a la sombra de los tilos, y esa me está mirando, pero va lista si cree que voy a apartarme. Avanzaban en línea recta la una hacia la otra. Y la numerosa gente que estaba en la plaza se percató. Los niños no, los niños siguieron correteando y dando voces. Entre los adultos se formó un rápido ovillo de bisbiseos. Mira, mira. Tan amigas que fueron.
El encuentro se produjo a la altura del quiosco de música. Fue un abrazo breve. Las dos se miraron un instante a los ojos antes de separarse. ¿Se dijeron algo? Nada. No se dijeron nada.»

Final de Patria, de Fernando Aramburu

patria

 

A Love Supreme

En la concavidad misteriosa de un templo luterano, A Love Supreme revelaba plenamente su condición de música sagrada; pero no sagrada porque Coltrane aludiera a Dios en el disco y presentara su obra como una ofrenda de gratitud: sagrada porque desde los primeros acordes, los primeros golpes oscuros de la batería, es una música que estremece lo que hay de espiritual en quien la escucha: un sobrecogimiento hacia lo que es muy próximo, dentro de uno y en el mundo exterior, y permanecerá siempre desconocido; una efusión de gratitud hacia lo valioso que hemos recibido o alcanzado; un impulso de arrepentimiento y solicitud de perdón por el dolor que cada uno haya causado, voluntariamente o no; un trance de fervor que lo sacude a uno del pesado narcótico de la rutina y lo hace ascender hacia una claridad repentina, inesperada, inmerecida, del todo cotidiana.

Antonio Muñoz Molina, Música sacra

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Colibrí

Y bajó Pzimlitec, el de los huesos verdes, al pie de la flor, y el que es Eterno lo transformó en colibrí, y entonces chupó la miel de la flor, de la flor de los nueve pétalos, hasta lo más adentro de ella. Y entonces tomó por esposa a la flor vacía, y salió el espíritu de la flor a vagar. Cuando se abrió el cáliz de esta flor, el Sol estaba dentro, y en medio de ella se leía su nombre. Y sucedió que suspiraron llenos de deseo los Trece dioses»

Chilam Balam de Chumayel

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Despedida

Yo también quise decir unas ( palabras de despedida ante el ataúd) pero no pude. Quería hablar de todas las cosas que me enseñó la tía Nana, quería hablar del silencio. La tía Nana era callada y todas esas tardes en la cocina juntas, ella me mostró el silencio, lo bello que es. Eso me habría gustado decir y no lo hice…»

Paulina Flores, Tía Nana, en su libro Qué vergüenza!

dioni