Todos nosotros, trabajemos en lo que trabajemos, necesitamos examinar nuestras intenciones y purificar nuestros motivos; pero los que trabajan en el campo social lo necesitan mucho más, porque manejan poder y dirigen masas. Hay quienes van a trabajar por los pobres, movidos, sin saberlo ellos mismos, por sentido de culpabilidad, por sed de poder, por seguir la corriente, por influencia de compañeros, compensación por sentido de un complejo de inferioridad, por escapar al trabajo intelectual… Todo eso, donde se dé, ha de ser purificado, en cuanto sea posible, antes de ir a los pobres, si no queremos que el trabajador social cause más daño al buscar secreta e inconscientemente sus propios intereses, convirtiendo en instrumento para ello a esos mismos pobres a quienes profesa servir […] La pena es que la gente pone por medio su visión cristiana, o su sueño budista o su plan marxista, y con eso ya no ven a las personas, sino sus propios planes, y ponen en marcha “actividades” para llevar a cabo sus propios “ideales”. Trabajemos por los pobres y los oprimidos, por encima de todo; pero hagámoslo desde nuestra propia libertad personal, no arrastrados por complejos secretos o indigencias ocultas nuestras
Fragmento 1 del libro “«Ligero de equipaje» Tony de Mello Un profeta para nuestro tiempo” Escrito por Carlos G. Vallés S.J. pág 211