Saber mirar. Ver.

O sea que, como en todo, la cuestión es mirar y ver. Mirar y aprender. Si uno mira lo suficiente cualquier rincón del mundo, por ínfimo que sea, termina contemplando el universo entero. Si pudiera familiarizarme lo bastante con la fauna microscópica que hay en una gota de agua, pongamos por caso, tal vez pudiera hacer un novelón protagonizado por paramecios.

Rosa Montero, Babelia 8.09.12

El día.

Sueño con este día. Ese día en el que todos miremos al Sol y descubramos en ÉL la misma Luz, y que brilla a todos por igual. Sueño con la Comunión. Sueño con el día en el que todos conozcamos al verdadero Amor. Todos capaces de amar, y todos también, sintiéndonos amados a la par. Sueño con el día de la Paz. ¿Y mientras tanto, qué? Me propongo continuar construyendo el Reino (de la eterna felicidad).

El secreto de Kells. Un libro que salva

Un libro que vuelve la oscuridad en luz, que vence las tinieblas y trae la esperanza.

Para combatir el mal puedes usar el talento humano para construir murallas y esconderte, o salir a enfrentar los miedos, pero solo una de las dos formas dará resultado.

La película «El secreto del libro de Kells» refleja este dilema, repetido generación tras generación, basándose en la historia de la creación del libro de Kells conocido también como el Evangelio de San Columba, manuscrito de la Edad Media que recoge los cuatro Evangelios canónicos con ilustraciones y miniaturas sin igual, y que sin duda debió servir para reintroducir el cristianismo en Escocia en momentos de fuerte represión por parte de los vikingos.

La película sin hablar en ningún momento del cristianismo, te introduce en el mundo de la vida monástica cristiana de la Edad Media, dedicada a dar protección y esperanza a la gente, que construía sus casas entorno a monasterios hasta formar pequeños poblados fortificados. Así como en su pensamiento mítico fantástico con la Verdad de fondo de la luz que vencerá a las tinieblas, la Verdad que sigue sin ser vencida y que se recoge en un libro que ha llegado hasta nuestros días, y que sigue trayendo esa misma esperanza a todo el que quiere mirar dentro de ese libro con los ojos sencillos, valientes y buscadores de un niño.

Nunca habría imaginado que vería una película así en el autobús de línea Valencia-Madrid. ¿Será para iniciar el año de la fe, o el sínodo de la nueva evangelización? Sin duda es un buen comienzo y un buen material. Habrá que estar abierto a lo inesperado.

Actitudes marianas. Para comenzar el curso.

 

María embarazada…esta escultura me parece preciosa: invita al recogimiento, a la contemplación, a acoger la vida divina que hay dentro de nosotros.
Me inspira ternura entrañanle, confianza, cercanía, dulzura, sencillez, atención a lo interior…
En este mes de septiembre, en el que comienza el curso escolar, qué importante  es que tengamos estas actitudes marianas en la labor de formar y educar personas.

Monte de Gozo. Pórtico de la Gloria. Por amor a tu nombre

Santa Irene-Santiago de Compostela
Ultima Etapa

Salimos de Santa Irene a la hora de la oscuridad. Arriba, el cielo, estaba claro y estrellado. Dentro de mí, ancho. En la medida que íbamos bajando al valle entrábamos en la bruma. Vapores mágicos en los bosques de eucaliptos, en las últimas corredoiras, en las subidas y bajadas del camino. Camino, camino, camino, como tránsito gozoso hacia el pórtico de la gloria.

Se me seguía dilatando el corazón y las piernas me conducían imparables, como si nunca hubieran estado cansadas, con espíritu renovado. Camino de encuentro contigo, camino en tu presencia.

El monte del gozo estaba neblinoso y no vimos las torres de la catedral. Nos se veían, pero estaban allí. Imagen de la fe.

La entrada a Santiago no se me hizo nada pesada, tanto era el deseo, tanto me ardía el corazón.

Al ver la catedral, desde la vía sacra, por la plaza de Quintana, voy llorando. En silencio.

Todo es como un sueño: haber llegado, los rituales, el pórtico que anticipa la gloria que me tienes prometida en Cristo Jesús, la meta, tú el camino, la verdad y la vida.

Voy a la sacristía. No hay ningún problema para concelebrar. Gracias, Señor, por este inmenso don de darte, gracias unido a Cristo.

Antes hago una larga cola para abrazar a Santiago y en el abrazo pongo todo mi ser. Con devoción bajo a la cripta del sepulcro y allí te pido por mi misión de apóstol y evangelizador, por mi sacerdocio.

Me tienes en un silencio profundo.

A pesar de estar cansado por los kilómetros de hoy, de tener los pies cocidos dentro de las zapatillas con las que he andado, en la eucaristía me tienes profundamente recogido. Gracias.

Santiago me hace el regalo del evangelio: tan unido a mi vocación.

El muchacho le dijo, todo eso lo he cumplido. ¿qué me falta?.Jesús le contestó: Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, dáselo a los pobres – así tendrás un tesoro en el cielo- y luego vente conmigo”

Tu palabra par mi vida. La confirmación de la vocación. Una opción por los pobres. Es tu palabra al final del camino. Si quieres llegar al final vende lo que tienes, da el dinero a los pobres, y vente conmigo. Hazme disponibilidad total para ti. Quiero y elijo pobreza con Cristo pobre. Sea lo que sea, te doy las gracias.

Dame, Señor, tu fortaleza.
Indícame el camino que he de seguir.
Tú estás conmigo, eres compasivo y misericordioso. Me colmas de gracia y bendición y de ternura.
Tu gracia vale más que la vida.

Por la tarde estuve un rato de silencio en la capilla del Santísimo, en la catedral. Adorándote. En un agradecido trato de amor.
En la credencial me ponen el sello de Terminó su camino, en Santiago de Compostela.
En el cuaderno, pongo el sello de Santa María del camino, en Santiago de Compostela.

II
María Reina

A las siete y media de la mañana estoy en la catedral, silenciosa, solo dos o tres peregrinos madrugadores, que van llegando con sus mochilas.

Solo contigo en el Pórtico de la Gloria, dejándome acoger por ti.
Solo contigo, en la intimidad, en un prolongado rato de oración, tras la eucaristía.

En un buen rato de intimidad, solo, abrazando de nuevo a Santiago, apoyando en sus espaldas mi camino. Un instante de nuevo, en el sepulcro, cuando los canónigos entonaban el Hosanna y comenzaban el canon romano, en la capillita de la cripta.

Eres la delicia de mi corazón.

Te han explicado, hombre, lo que Dios quiere de ti: simplemente que respetes e derecho, que ames la misericordia y andes humilde con tu Dios.

Señor, Jesús, ten misericordia de mí.

Me pongo en tus manos. Sea lo que sea, te doy las gracias.

En la memoria litúrgica de María Reina del año Jubilar
Dos mil años de la Encarnación de Nuestro Señor Jesucristo.

El ocaso. Cerca del final. Perdidos

Melide-Santa Irene
27ªetapa

Padre, me pongo en tus manos, haz de mí lo que quieras, sea lo que sea, te doy las gracias. Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo, con tal que tu voluntad se cumpla en mí y en todas tus criaturas. No deseo nada más, Padre.

En la oscuridad, como todas las mañanas, el camino se inicia en la oscuridad, salimos del albergue. Beltrán olvidó su cartera, con dinero y la tarjeta de crédito, en la cocina y allí estuvo toda la noche. Nadie quitó nada, es agradable ver la honradez de la gente, tan cerca del sepulcro del apóstol.

Empezar a andar y empezar el diluvio. Como en Roncesvalles. Nos tenemos que refugiar bajo un balcón. Vemos llover. Como no escampa, aunque amaina, seguimos caminando. La linterna filtra de luz la cortina de agua. En un momento dado no vemos la flecha amarilla, en una desviación, y seguimos caminando.

Tan cerca del final nos perdemos. Desandamos lo andado. Una sencilla lección.

La segunda parte de la marcha, después del desayuno, se me hace muy pesada, lenta, limitada. No disfruto de los paisajes, que son hermosos y suaves, frescos y prolongados, verdes, boscosos, con olor a tierra mojada y eucalipto, con sabor a meta que se va logrando.

Por primera vez voy al último del grupo, renqueando, con esfuerzo y fatiga. Otra lección.

Me sigues enseñando a caminar tu mismo camino, derramas sobre mí tu Espíritu.

Caminad según el Espíritu, y no os dejéis arrastrar por los apetitos desordenados. Ahora bien, las obras de la carne son bien claras: lujuria, impureza, desenfreno, idolatría, supersticiones, enemistades, disputas, celos, iras, litigios, divisiones, partidismos, envidias, homicidios, borracheras, comilonas y cosas semejantes a éstas. Os advierto, como ya antes os advertí, que los que se entregan a estas cosas no heredarán el reino de Dios. Por el contrario, los frutos del Espíritu son: amor, alegría, paz, generosidad, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, continencia; contra estas cosas no hay ley. Los que son de Cristo Jesús han crucificado los apetitos desordenados, con sus pasiones y apetencias.
Si vivimos por el Espíritu, dejémonos conducir por el Espíritu.

En el único bar que vemos tomo una manzana, la saboreo. Pero parece que todo el cansancio del amino me viene de golpe, el final de la etapa se me hace eterno, fuerzo la pierna, tengo una especie de calambre agarrotado en la mente. Me digo que me quedan veinte kilómetros y, aunque todos los días llego a Santiago, mañana entraré en Compostela.

En medio de tanta limitación en medio del camino me ha embargado una emoción honda e intensa. Así, Señor, se me en tus manos. Desde el primer momento hasta el último.

Llegamos al albergue, una casona junto a la carretera nacional que une Lugo con Santiago. Solo estamos once personas, tenemos sitio, ducha, descanso. Es un albergue menor, más retirado de las etapas oficiales, de las guías. Volvemos a preferir una cierta tranquilidad y descanso. Para ir a comer tenemos que retroceder un kilómetro por el arcén, parece imposible pero es un suplicio, vamos como borrachos, dando tumbos, sin poder andar normalmente.

En el restaurante, desbordados por la avalancha de quince comensales peregrinos, nos tienen dos horas esperando. Pongo a prueba mi paciencia, y no con excesivos buenos resultados. ¿Qué hay de mi aceptación del a realidad?

Toda la tarde ha ido llegando gente al albergue. Son las ocho y continúa la riada: les dan sitio en el suelo, en los huecos junto a las camas. Cada uno viene con una historia que contar, un problema, una dificultad, una limitación, una esperanza a punto de cuajar.

Fuera a ratos llueve y ratos sale el sol. El camino y la vida.

Me está dando un cierto agobio llegar a Santiago, entrar en la realidad de la multitud, de la ciudad, dejar la peregrinación…Ayúdame a vivir en la realidad y no en la fantasía imaginada.

En muchos momentos, a lo largo del día de hoy, he recordado que este camino lo he hecho por amor a tu nombre. Me han venido en un todo, en un aleph, etapas, nombres, lugares, personas, en una sensación de globalidad y plenitud, sentimientos. En la cama, con los ojos abiertos, llenos de lágrimas, voy repasando la película d e mi propia vida en el camino, poniéndola en tus manos. Gracias, Señor.

Dame un corazón agradecido. Que cante tus alabanzas y te de gracias por todo lo que has hecho germinar en mi corazón a lo largo de éstos días. Por todo lo que me has enseñado imperceptiblemente. Haz tú que este camino de frutos abundantes y duraderos. Para que, enriquecido con tus gracias y virtudes, vuelva a casa lleno de saludable y perenne alegría.

Me admira que me hayas concedido que, en ningún momento, a pesar de las dificultades y limitaciones, haya tenido una tentación real de abandonar el camino. Gracias porque no me he sentido desesperado ni he experimentado miedo, más que de mí mismo. Me he descubierto con más fortaleza física, y psíquica, de la que imaginaba. Don que procede de ti. Don que me has dado con Beltrán, principalmente, y con Marlon, Itziar y Cristina. El don de la comunidad. Gracias, Señor.

Antes de meterme en la cama veo la puesta de sol. La toco cerca, estamos ya en el ocaso. Fin del camino. En tus manos.

Lluvia de Gracia. Rico en misericordia. Callan las palabras

Gonzar-Melide
26ª etapa

Padre, me pongo en tus manos, haz de mí lo que quieras, sea lo que sea, te doy las gracias. Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo, con tal que tu voluntad se cumpla en mí y en todas tus criaturas. No deseo nada más, Padre.

Comenzamos la marcha con lluvia, casi una hora, ininterrumpidamente, con las capas de caracol. A la incomodidad inicial viene luego la aceptación, un tanto resignada. Porque ¿quién prepara cauces al aguacero y señala camino a la tormenta, para traer la lluvia a tierras despobladas? ¿Puedes levantar tu voz hasta las nubes para que caiga un aguacero sobre ti? ¿Están a tus órdenes los relámpagos y te dicen: “Aquí estamos”?

Vamos a llegar a Santiago, si es tu voluntad, con lluvia o sin lluvia, secos o mojados. En tus manos.

A las entrada de Melide, durante media hora, el diluvio universal. Empapados. Los pies, que hasta entonces se habían mantenido secos, se convierten en lagunas, tras remansar en ellos los ríos de las calles, cauces impetuosos. Llegamos al refugio envueltos en la tormenta, en medio de una ciudad que prosigue la vida, y sus fiestas de San Roque, como si no hubiera lluvia.

En la marcha me has mostrado la importancia de la gratuidad en la peregrinación. Por amor a tu nombre. Nada más. Por amor a tu nombre subir y bajar, ir y venir, pasar y cruzar, caminar y parar, andar y andar, hoy por unos pasajes húmedos y suaves, de una infinita melancolía estática, y estética.

Emoción al entrar en la provincia de La Coruña. Siempre contando: Navarra, La Rioja, Burgos, Palencia, León, Lugo y ahora, por fin, Coruña. España de Este a Oeste. De la salida del sol hasta su ocaso.

Todo húmedo; la ropa sin secar; las tripas revueltas, pero Santiago a dos días. Hemos lavado la ropa a mano, como todos los días, la hemos metido en una secadora, es el primer refugio con secadora, y sigue húmeda. Mañana tendré que caminar con un uniforme distinto, después de tantas jornadas con la misma camiseta, los mismos pantalones –los segundos, pues los primeros se deshilacharon de tanto roce-,los mismos calzoncillos y calcetines, eso sí, lavados todos los días.

Paseo con Beltrán un poco hacia la nada. Entramos en una iglesia y me quedo con la mirada perdida, en ti.

Cada palabra tuya tiene un eco inmenso y desarrolla caudales en mi ser:

Pero Dios, rico en misericordia, por el inmenso amor con que nos amó, nos dio vida juntamente con Cristo (pues habéis sido salvados por pura gracia) cuando estábamos muertos por el pecado, nos resucitó y nos hizo sentar con él en los cielos con Cristo Jesús, a fin de manifestar en los siglos venideros la excelsa riqueza de su gracia mediante su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Habéis sido salvados gratuitamente por la fe; y esto no es cosa vuestra, es un don de Dios; no se debe a las obras, para que nadie se llene de vanidad. Él nos ha hecho, él nos ha creado por medio de Cristo Jesús, para hacer obras buenas tal y como él lo dispuso de antemano.

Con esos ecos, que no apagan cientos de gaitas que toan en la plaza mientras celebramos la eucaristía me embebes: rico en misericordia, inmenso amor, nos resucitó, manifestar la excelsa riqueza de su gracia, salvados gratuitamente, don de Dios.

Todas las palabras callan.

Recréame con tu Palabra. En tus manos, Señor.

Sublime conocimiento. Aceptar la realidad. Me haces vivir tranquilo

Barbadelo-Gonzar
25ªEtapa

Padre, me pongo en tus manos, haz de mí lo que quieras, sea lo que sea, te doy las gracias. Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo, con tal que tu voluntad se cumpla en mí y en todas tus criaturas. No deseo nada más, Padre.

María y José no tuvieron sitio en la posada, no encontraron un lugar en el albergue. El Salvador del mundo nació en un establo. No nos debe preocupar dormir esta noche aquí o allá, al raso…Sí es más triste el ambiente de caravana gigante, de turismo barato, de vacaciones esotéricas, en el que parece se ha convertido el camino desde que pasamos Triacastela. También me repito no juzgues y no serás juzgado. En el camino hay sitio para todos, cada uno encuentra en la medida de sus capacidades, y muchas veces tú nos desbordas. Si me desbordas a mí, ¿por qué no vas a hacerlo con mi hermano?

Si tenéis algún consuelo en Cristo, alguna muestra de amor; si estáis unidos en el mismo Espíritu; si tenéis entrañas de misericordia, llenadme de gozo teniendo todos un mismo pensar, un mismo amor, una sola alma y unos mismos sentimientos. No hagáis cosa alguna por espíritu de rivalidad o de vanagloria; sed humildes y tened a los demás por superiores a vosotros, preocupándoos no sólo de vuestras cosas, sino también de las cosas de los demás. Procurad tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús…Dame tus mismos sentimientos Señor, dame tu mirada para mirar a los demás con el mismo amor con el que me miras.

Empezamos nuestra marcha nocturna, se repite la luna llena, se repiten los bosques encantados, entre las brumas, seguimos subiendo y bajando colinas, pasando por aldeas diseminadas, atravesando las calles de Santiago que en otras regiones han sido reales o mayores. Aldeas sin nombre, oscura, con olor a estiércol y panocha, con perros que aullan y hacen sonar las cadenas de los esclavos.

Unas señoras gallegas que venían desde Saint Jean Pied de Port comentan que dejan el camino, que no resisten el ambiente que se está creando, que…

Aceptar la realidad. No empujar el río de la vida. Dejar que todo fluya. En tus manos, Señor. No darle valor a lo que no lo tiene. No hay mayor riqueza que ser peregrino por amor de tu nombre, sin que nada me sea debido, sin esperar nada, sin poner otro deseo que en ti:

Todo lo tengo por pérdida ante el sublime conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien he sacrificado todas las cosas, y las tengo por basura con tal de ganar a Cristo y encontrarme en él; no en posesión de mi justicia, la que viene de la ley, sino de la que se obtiene por la fe en Cristo, la justicia de Dios, que se funda en la fe a fin de conocerle a él y la virtud de su resurrección y la participación en sus padecimientos, configurándome con su muerte para alcanzar la resurrección de los muertos. No quiero decir con esto que haya alcanzado ya la perfección, sino que corro tras ella con la pretensión de darle alcance, por cuanto yo mismo fui alcanzado por Cristo Jesús.

Nos encontramos ayer, por Sarria, al catalán con el que bajamos de Roncesvalles hasta Zubiri, y luego de allí a Pamplona. Esta mañana vemos al señor inglés, mudo y callado, al que no veíamos desde Reliegos. Nos ha dado la mano y ha sonreído. Olemos la tumba del santo y esto nos tiene como en una euforia tenue, pero euforia al fin y al cabo.

En la siesta comienza a llover, Galicia nos está recibiendo. ¿Qué hubiera sido el camino con lluvia? ¿Qué con…? No quiero jugar a variar. Todo lo que he recibido es don tuyo.

Parece que n pasa nada estos días. Pasa que el camino se condensa, se centra, que ya uno no piensa, ni reflexiona mucho, ni mira, sino que se hace camino y escucha tu Palabra. Me da la impresión de que todo se simplifica.

Lloviznea, escampa, y vuelve a lloviznear. Como la lluvia mansa, tu palabra empapa mi tierra.

Tarde de silencio y contemplación, repitiendo tu nombre.

Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de mí.

Para no privarme de nada, las tripas se revuelven y comienzo con descomposición.

Entro en el sueño. En paz me acuesto y enseguida me duermo, porque tú solo Señor, me haces vivir tranquilo.

Masificados. Amados por Dios. Nuevas tentaciones

Viduedo-Barbadelo
24ª etapa

Padre, me pongo en tus manos, haz de mí lo que quieras, sea lo que sea, te doy las gracias. Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo, con tal que tu voluntad se cumpla en mí y en todas tus criaturas. No deseo nada más, Padre.

Escribo en los tablones, que me imagino centenarios, de una casa, probablemente fue la casa cural, luego dirán que del sacristán, junto a la iglesia de Barbadelo. El olor a vaca, la paja que fermenta y que está en balas bajo nuestras narices, dentro de la casa, las inevitables golosas, que me comen a estas horas todas las tardes, ayer en sábanas, hoy en el suelo.

Sabemos, además, que todo contribuye al bien de los que aman a Dios, de los que él ha llamado según sus designios. Y a los que desde el principio destinó, también los llamó, a los que llamó los puso en camino de salvación; y a quienes puso en camino de salvación les comunicó su gloria.

¿Qué más podremos decir? Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?
El que no perdonó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará gratuitamente con él todas las cosas?

¿Quién podrá separarnos del amor de Cristo? ¿La tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada?

Así es, Señor. Cuánta verdad.

Castaños y robles centenarios, que abrazo con la mirada.

Hemos llegado a Barbadelo, mucho más que una pequeña aldea somñolienta, a la hora de comer. En el albergue solo nos ofrecen el suelo junto a los lavabos. Quedan cinco plazas. Imposible extender las esterillas, pues el pasillo es estrecho. El panorama no podía ser más desolador, aunque lo he aceptado tal y como es, es la realidad, es lo que hay, no quiero hacerme un mundo, ni rumiarlo excesivamente. Lo acepto pero busco también otra solución, ahí está el equilibrio, aceptación de entrada, y manos a la obra.

En un caserón inmenso, junto a la Iglesia de Santiago, románica, con un pórtico lleno de símbolos, en la clave creo que está la resurrección, una familia nos acoge a dieciséis peregrinos. Un cierto misterio gallego, pues no quieren que en el pueblo, tan mínimo, se sepa. Os acogemos no por dinero, sino porque sois peregrinos. Pero lógico es que nos paguéis algo por los gastos y las molestias: aceptamos la voluntad.

La entrada a la casa de piedra; el zaguán oscuro y fresco; el perro, el heno, la escalera de madera que trastablillea, el crujir, la suciedad, los miles de bichos diminutos que corretean por el suelo, como motas de polvo animadas, me trasladan a una realidad de peregrino casi medieval.

Agradecer al matrimonio que nos da techo y cobijo, posibilidad de ducha, y espacio para lavar la ropa en una laja de piedra, en un pilón con tanta suciedad como jabón. Agradecer la mediación de tu don.

Calcula el paisano, por lo bajo, que en estas fechas están pasando unos mil peregrinos diarios. Cada año más. ¿Qué mueve a los romeros a Santiago? Dicen que la señora del bar sirvió ayer más de doscientas comidas. Estamos desbordados, dicen. Todo se anda en decires.

Me temo mucho que la masificación va a ser el pan nuestro de cada día hasta Compostela.

Me brotan nuevas tentaciones: el considerarme superior por se un peregrino que viene desde más lejos; el preocuparme por si mañana dormiremos ¿dónde? pues la masificación todo lo alcanza; el desprecio a otros peregrinos más bullangueros, más turistas, como si ellos no fueran hijos tuyos.

Celebramos la eucaristía, a la que se añaden algunos peregrinos, en la joya del románico gallego escondida en esta aldea. Una vez más en ti encuentro reposo y sosiego. Vienes a mí. Me introduces en tu camino y en tu vida. Gracias, Señor.

Anchura, longitud, altura, profundidad

Vega de Varcarce-Viduedo
23ª etapa

Padre, me pongo en tus manos, haz de mí lo que quieras, sea lo que sea, te doy las gracias. Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo, con tal que tu voluntad se cumpla en mí y en todas tus criaturas. No deseo nada más, Padre.

Acompañados por las sombras de la noche, la luna llena juega con la luz del bosque, nos adentramos hacia el Cebreiro. De todos los nombres oídos del camino, de tantas anécdotas compartidas en los últimos años, de tantas cumbres coronadas, el Cebrerio tiene la fuerza mítica de un ochomil, para los pies del peregrino. La entrada a Galicia, a la tierra donde descansa el apóstol, el zambullirse definitivamente en el verde, el suave declinar hacia el final, tiene el peaje de las alturas, y la belleza incomensurable de las cumbres.

Subir a la montaña, donde siempre habitas. En la zarza ardiente, en el susurro de la brisa, en el sacrificio del hijo amado, en…

Subida del Monte Carmelo: nada, nada, nada. No espera nada. No desear nada, no querer sentir nada. Entregarte todo: las resistencias, las fatigas, las constancias, la disciplinas, las limitaciones, el propio pecado, lo pasivo, lo activo, las propias noches de fe, esperanza y caridad. Entregarme.

En tus manos, Señor, pues de tus manos recibo este regalo para la vida diaria.

De nuevo caen los mitos, como cayó el Muro de Berlín, como caerán tantos muros que seguimos levantando. La subida no era tan asfixiante como la cuentan los trovadores de la exageración. Es verdad que hay un primer tramo que deja sin aliento. Luego una subida continua, no excesivamente costosa. Dejamos atrás la Laguna de Castilla, tierra en un cielo de agua azul, y la misma Castilla y León, y definitivamente entramos en Galicia.

El paisaje, al clarear el alba, es hermosísimo. Montes y montes, montañas que se pierden en el horizonte, cordilleras, columnas vertebrales de cumbres. Una gozada. Pasado O cebreiro, as montanhas gallegas. El gozo de saber que estamos más cerca.

Pesada y calurosa se hace la subida hasta el alto de san Roque, el día de su fiesta. Una inmensidad de paisaje rodea la estatua, ciclópea, del peregrino caminando.

Otro trecho agotador, empinado, costoso, hacia el Alto do Poio.

En las alturas doblo mis rodillas ante el Padre, de quien procede todo bien en los cielos y en la tierra, para que conforme a la riqueza de su gloria, os robustezca de su Espíritu, de modo que crezcáis interiormente. Que Cristo habite por la fe en vuestros corazones; que viváis arraigados y fundamentados en el amor. Así podréis comprender, junto con todos los creyentes, cuál es la anchura, la longitud, la altura y la profundidad del amor de Cristo; un amor que supera todo conocimiento y que os llena de la plenitud misma de Dios.

Descenso continuado a través de Hospital, donde nos ofrecen filloas, de Fonfría, donde nos refrescamos con agua, de Viduedo, donde decidimos parar pues Cristina está agotada y no puede más, seis kilómetros más hacia Triacastela pueden ser una eternidad.

Nos quedamos en una casa que ofrece camas, pues en el pueblo no hay albergues ni hospital de peregrinos. La entrada a Galicia nos regala las primeras sábanas de todo el camino. Olor a vaca, prados, laderas verdes, queso casero, miel de las abejas de Viduedo, con las que se hace también la cera del cirio pascual, un orujo de hierbas que es agua de vida. La patrona, mujer hecha hospitalidad, nos cuida a cuerpo de rey. Estamos solos, no paran más peregrinos en esta población. La soledad, tan necesaria para poner el nido.

Aquí me tienes, Señor, escribiéndote estas líneas de peregrino, en soledad sonora, al caer la tarde, mientras te pido que sigas conmigo. Conmigo está la amistad de Itziar, Cristina, Marlon, y la vida fiel y compartida con Beltrán. Gracias.

Aquí me tienes, Señor, con los pies hechos trizas, ya será menos, al menos sí cansados y doloridos, uno cojo, con una ampolla nueva. Peregrino.

Celebramos la eucaristía debajo de un haya, junto a a un acebo, viendo el mar de montañas con el oleaje de neblina, encaje vespertino que emboza la noche. S dice hoy: Tu evangelio nos dice hoy: Donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo. Y aquí estás. Iluminando con tu Palabra, y tu presencia, nuestra vida. Unión contigo.

Cenamos huevos fritos de gallina de corral, patatas de verdad, que son cachelos, queso, miel y membrillo por quinientas de las antiguas pesetas. Todo es gracia.

En tus manos.