No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores

Jesús, después de llamar a Mateo, que estaba sentado en la mesa de los impuestos, se fue con los discípulos a casa, se sentó a la mesa junto con otros publicanos, y a los fariseos escandalizados les respondió:

«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. […] No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores» (Mt 9, 12-13)

¿Cómo no se iba a sorprender Mateo de la llamada? Él, que colaboraba con las estructuras de pecado, que robaba, explotaba al pobre y vivía para sí. Lo que es seguro es que una pequeña luz brillaba todavía en la conciencia de Mateo, la luz que le permitió reconocer en la voz de Jesús al salvador. No lo dudó, abandonó su vida de pecado y siguió al maestro.

No importa cuán hundido en el pecado estés. Él ha venido a llamar a los pecadores. Sólo necesita ese pábilo vacilante de luz de tu conciencia, que Él mismo puso en tu alma al crearte, y por el cual podrás reconocer la Verdad, a su Hijo llamándote a una vida plena, libre, reconciliada, eterna.

Caravaggio vocacion mateo

Discernimiento Ignaciano 1. Los dos espíritus


1ª regla: aumentar imagen

En las personas que van de pecado mortal en pecado mortal, acostumbra comúnmente el enemigo proponerles placeres aparentes, haciendo imaginar delectaciones y placeres sensuales, por más los conservar y aumentar en sus vicios y pecados; en las cuales personas el buen spíritu usa contrario modo, punzándoles y remordiéndoles las consciencias por el sindérese de la razón.

Sobre la forma en que el «buen espíritu» golpea nuestra vida cuando nos alejamos de «él», puedes leer:
Cambaiar de sintonía
Dios existe y yo me lo encontré



2ª regla: aumentar imagen

En las personas que van intensamente purgando sus pecados, y en el servicio de Dios nuestro Señor de bien en mejor subiendo, es el contrario modo que en la primera regla; porque entonces propio es del mal espíritu morder, tristar y poner impedimentos inquietando con falsas razones, para que no pase adelante; y propio del bueno dar ánimo y fuerzas, consolaciones, lágrimas, inspiraciones y quietud, facilitando y quitando todos impedimentos, para que el bien obrar proceda adelante.

Sobre la forma en que el «mal espíritu» nos tienta especialmente cuando nos alejamos de «él», puedes leer:
A pesar de la tentación seguía adelante


El texto de las reglas de discernimiento está sacado del método de ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola