La diversidad: don de la naturaleza humana, querida por Dios

La diversidad de ideas, creencias, personalidades y formas de vida, con la que nos encontramos cada día, no pueden ser un motivo para encerrarnos en nuestra parcela de seguridad, ni tampoco la oportunidad para criticar y menospreciar al que es distinto. Esta diversidad es un don de la naturaleza humana, querida por Dios, que nos llama continuamente a salir de nuestro ensimismamiento y a tender puentes.


Imagen de @xiskya
Imagen de @xiskya

La justicia humana construye SISTEMAS que impongan la IGUALDAD, la Justicia de Dios fluye en las RELACIONES creando FRATERNIDAD

La justicia humana construye SISTEMAS que impongan la IGUALDAD, la Justicia de Dios fluye en las RELACIONES creando FRATERNIDAD

Ética liberal

Una cierta parte de la vida humana debía quedar independiente de la esfera del control social (…) Tenemos que preservar un ámbito mínimo de libertad personal, si no hemos de «degradar o negar nuestra naturaleza» (…)  ¿Cuál debe ser, pues, este mínimo? El que un hombre no puede ceder sin ofender a la esencia de su naturaleza humana (…)

El deseo de que no se metan con uno y le dejen en paz ha sido el distintivo de una elevada civilización, tanto por parte de los individuos como por parte de las comunidades. El sentido de la intimidad misma, del ámbito de las relaciones personales como algo sagrado por derecho propio, se deriva de una concepción de la libertad que, a pesar de sus orígenes religiosos, en su estado desarrollado apenas es más antigua que el Renacimiento o la Reforma. Sin embargo, su decadencia marcaría la muerte de una civilización [la Occidental] y de toda una concepción moral.

Isaiah Berlín

Dos conceptos de libertad

Si Dios es bueno, ¿por qué permite el mal?

Si Dios existe y es bueno, si él nos ha creado, ¿por qué existe el mal, el dolor y el sufrimiento? ¿por qué lo permite?


…vídeo visto en catinfor(gracias Antonio)

Dios no nos hace el mal; ello iría contra la esencia de Dios, que no quiere el mal. Pero la consecuencia interior del pecado es que sentiré un día las consecuencias inherentes al mal mismo. No es Dios quien nos impone algún mal para curarnos, pero Dios me deja, por así decirlo, a la lógica de mi acción y, dejado a esta lógica de mi acción, soy ya castigado por la esencia de mi mal. En mi mal está implicado también el castigo mismo; no viene del corazón, viene de la lógica de mi acción, y así puedo entender que he estado en oposición con mi verdad, y estando en oposición con mi verdad estoy en oposición con Dios, y debo ver que la oposición con Dios es siempre autodestructiva, no porque Dios me destruya, sino porque el pecado destruye.

extracto de una entrevista al cardenal Ratzinger tras los atentados del 11S