Domingo de Ramos

Y la gente que iba delante y detrás gritaba: «¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en el cielo!» Al entrar en Jerusalén, toda la ciudad preguntaba alborotada: «¿Quién es éste?» La gente que venía con Él decía: «Es Jesús, el Profeta de Nazaret de Galilea«.

Mt 21, 1-11

Hoy eres aclamado en Jerusalén,
el jueves te recordaré en el cenáculo
dándote como comida
y teniendo presente tu mandamiento:
“Amaos los unos a los otros
como yo os he amado”.
El viernes recorreré
el camino del calvario,
para llegar al Gólgota
y estar contigo al pie de tu cruz.
Así llegaré al domingo,
la Pascua del Señor,
el paso de la muerte a la vida
la victoria de Dios.
Estamos, Señor Jesús,
en la recta final de tu vida,
que sintetiza toda tu existencia.
Gracia, Señor Jesús.
Gracias por tu vida y por tu muerte
y sobre todo
gracias por tu resurrección.
Ayúdanos a vivir tu pasión
como nuestra pasión
para participar de tu resurrección.
Vía Acción Católico

Dí: Padre Nuestro

Dí: Padre…
Si en el día a día te comportas como un hijo.

Dí: Nuestro…
Si vives superando tu egoísmo.

Dí: Que estás en el cielo…
Si no sólo piensas en las cosas terrenas.

Dí: Venga tu Reino…
Si no lo confundes con un acontecimiento material.

Dí: Hágase tu voluntad…
Si la aceptas aunque sea dolorosa.

Dí: Danos nuestro pan de cada día…
Si te preocupas de la gente que tiene hambre.

Dí: Perdona nuestras ofensas…
Si no guardas rencor hacia tu hermano.

Dí: Líbranos del mal…
Si tomas postura contra él.

Dí: Amén…
Si has entendido y has tomado en serio la Palabra del Padre Nuestro.

La Sagrada Familia = la familia es sagrada.

«No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada» (Gn 2, 18), dijo Dios mirando al hombre que no encontraba compañía entre las cosas y los animales. Allí comenzó la aventura de la familia, compañera de toda la historia humana. En esta aventura humana se sitúa el Señor, Jesús de Nazaret, que nació en una familia Galilea e hizo de la familia una célula vital del nuevo pueblo de Dios. El Eterno no prescinde de la pequeña familia. Para Jesús la familia ha sido la cuna -o mejor dicho, el pesebre- de la vida y del amor. Esta es la familia cristiana.

Sin la familia, la vida no tiene casa. Esto es verdad para los niños concebidos cuyas lágrimas que piden vivir ni siquiera escuchamos, es verdad para los discapacitados a los que se les niega el derecho a nacer, es verdad para todos los niños, para el hombre y para la mujer. Sin la familia, la vida no tiene casa.

En un mundo donde se tiene la ilusión de elegir, donde todo se compra y se vende, donde todo es precario y está sujeto a las leyes de la competencia, la familia es el espacio de la gratuidad: algo escandalosamente gratuito, pero no precario sino bien sólido porque está fundado sobre la fidelidad del amor. El mundo necesita más familia porque necesita gratuidad.

Intervención de Andrea Riccardi fundador de la Comunidad Sant Egidio, en la Celebración «por la familia cristiana» tenida hoy en Madrid.

Carta para quien quisiera seguir al Cristo

En el Evangelio, escuchamos la llamada de Jesús: « ¡Sígueme! » ¿Es posible responderle con un compromiso para toda la vida?

En todos nosotros, hay el deseo de un futuro feliz. Pero teniendo la impresión de estar condicionados por tantos límites, a veces nos sorprende el desánimo.

No obstante, Dios está presente: « El Reino de Dios está cerca » (Marcos 1, 15). Percibimos su presencia asumiendo las situaciones de nuestra vida tal como son para crear a partir de lo que hay.

Nadie quisiera sumergirse en los sueños de una existencia idealizada. Aceptemos eso que somos y también lo que no.

Buscar un futuro feliz implica elegir.

Algunos toman decisiones valientes para seguir a Cristo en su vida de familia, en la sociedad, en un compromiso por los demás. Hay también quien se pregunta: ¿cómo seguir a Cristo eligiendo el camino del celibato?

Quisiera animar tanto a los como a las que se hacen la pregunta por una opción para siempre:

De cara a un compromiso semejante, puede surgir una duda en ti. Pero, profundizando, encontrarás la alegría de darte enteramente. Feliz quien no se entrega al miedo, sino a la presencia del Espíritu Santo.

Quizás apenas puedas creer que Dios te llama personalmente y que Él espera ser amado por ti. Pero tu existencia importa ante sus ojos.

Llamándote, Dios no te indica lo que deberías hacer. Su llamada es ante todo un encuentro. Déjate acoger por Cristo, y descubrirás el camino a tomar.

Dios te invita a la libertad. Él no hace de ti un ser pasivo. Por su Espíritu Santo, Dios habita en ti, pero no te sustituye. Al contrario, despierta energías insospechadas.

Joven, puedes tener miedo y ser tentado para no elegir, y mantener abiertas todas tus posibilidades. ¿Pero cómo encontrarás una realización si te quedas en la encrucijada?

Acepta que hay en ti una espera no realizada e incluso algunas cuestiones no resueltas. Confíate desde la transparencia del corazón. En la Iglesia hay algunas personas para escucharte. A través del tiempo, ese acompañamiento permite un discernir para darte enteramente.

No estamos solos al seguir a Cristo. Somos sostenidos por este misterio de comunión que es la Iglesia. En ella, nuestro sí llega a ser alabanza.

Alabanza balbuciante, que sube desde nuestra miseria, pero que se convertirá poco a poco en fuente de alegría caudalosa para toda nuestra vida.

H. Alois de Taizé

Esperar…

Estamos en tiempo de Adviento. Tiempo de preparación, de ilusión, de esperanza…
TIEMPO DE ESPERAR al que ya nos ama hasta el extremo.

El término alemán «esperar» (warten) significa en realidad, vivir en el punto de observación. Warte es el lugar de observación, la torre de vigilancia. Esperar significa por lo tanto: observar alrededor, para ver si viene alguien, mirar el entorno para ver qué se nos acerca. Esperar puede significar también: poner atención a algo, cuidar algo, así como el guardián (wärter) vigila a una persona y pone atención sobre ella. Esperar provoca ambas cosas en nosotros: la amplitud de la mirada y la atención en el instante que vivimos en ese preciso momento, en las personas con las que precisamente hablamos. La espera ensancha el corazón. Si espero siento que yo mismo no me soy suficiente. Cada uno de nosotros conoce la sensación de esperar al novi@. Mira el reloj a cada instante para saber si no es hora de que llegue. Está expectante en el momento en que el novi@ descienden del tren o tocan timbre a la puerta de casa, ¡y qué grande la decepción si en lugar del novio se encuentra otra persona frente a la puerta! La espera genera una tensión burbujeante. Sentimos que no nos somos suficientes. En la espera nos extendemos hacia aquello que toca nuestro corazón, que lo hace latir con mayor intensidad, que colma nuestro anhelo

Anselm Grün – ¡No olvides lo mejor!

Vía Esperanza que construye miestras esperas

Elige al Rey de tu corazón

Jesús, acuérdate de mí cuando estés en tu Reino. Jesús le respondió: Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.

Lc 23, 35-45

Realeza, la de Dios, que se manifiesta en el amor y el perdón llevado hasta el extremo. Fuerza salvadora que emana de la cruz, exponente del fracaso más absoluto.

Fortaleza que toma la forma de debilidad humillante. En la pobreza ignominiosa de la cruz se condensa todo un torrente de fuerzas de vida.

Sí, él reina. Y si taladro la realidad, lo puedo ver más allá de las simples apariencias. Lo puedo contemplar en la grandeza del Universo; en la sangrienta historia de nuestra humanidad; en las energías de todos los movimientos sociales; en el trabajo apasionado de tantos hombres y mujeres; en la cotidianidad de cada hogar; en la vida de mi barrio o de mi pueblo; en los acontecimientos que me alegran o me hacen llorar; en aquello que desconozco porque aún está por venir.

A ese Rey que está viniendo en todo lo que ocurre, nos agrade o no, nos rendimos y abandonamos.

José Ruiz Córdoba, sacerdote

Jesus, remember me- mp3 Taizé

Espíritu Santo, ven

“Sin el Espíritu Santo, Dios es lejano, Cristo queda en el pasado, el Evangelio es letra muerta, la Iglesia una simple organización, la autoridad un dominio, la misión proselitismo, el culto una evocación, la praxis humana una moral de esclavos… Pero en el Espíritu Santo el cosmos es elevado a gemidos de parto del Reino, Cristo resucitado está presente, el Evangelio es potencia de vida, la Iglesia significa comunión, la autoridad un servicio, la misión es un pentecostés, la liturgia un memorial y una anticipación, la praxis humana queda divinizada”

Ignacio IV, patriarca de Antioquía

Nos vemos en el Vaticano

Desde hoy hasta el martes, dejamos a María sola en Nova Bella, pues los demás nos vamos a Roma a celebrar las vidas de los mártires españoles de 1936

vaticano

Si nos quieres acompañar, nos podrás “ver” el dia 28 en la Plaza de San Pedro vía web cam

Cámara en la Plaza de San Pedro

Cámara panorámica de San Pedro

La canción que más suena, hasta en la radio
Dando tu vida

Corazón inquieto

confesiones San Agustín«Eres grande, Señor, y muy digno de alabanza. Grande eres, tú, Señor, y de gran fuerza. No tiene medida tu saber. Y el hombre se atreve a alabarte, precisamente él, que es una pequeña parte de tu creación. Él que va revestido de su mortalidad, que tiene conciencia de su pecado y sabe que resistes a los soberbios. Y, sin embargo, quiere albarte el hombre, esa partecilla de tu creación. Pues eres tú el que le despierta y le mueve para que se deleite en su alabanza, porque nos has hecho para ti y nuestro corazón anda siempre desasosegado hasta que se aquiete y descanse en ti». (libro I,1)

Aquí os propongo el inicio de «Las Confesiones» de San Agustín. En este libro, San Agustín relee su vida como una historia de búsqueda de Dios desde su infancia, mostrando como su corazón inquieto solo halló descanso cuando decidió aquietarse en Dios. El tono personal y apasionado hacen que su lectura nos envuelva y nos haga penetrar en la vivencia y búsqueda de este santo.

¿A dónde he llegado después de lo vivido?

Hace unos días una amiga, que estuvo hace poco haciendo el Camino de Santiago, me enviaba esta foto que hizo llegando a Santiago, de un pergamino con una reflexión grabada.

fraydino La Faba

Aunque hubiera recorrido todos los caminos,
cruzado montañas y valles
desde oriente hasta Occidente,
si no he descubierto la libertad de ser yo mismo
no he llegado a ningún sitio.

Aunque hubiera compartido todos mis bienes
con gentes de otra lengua y cultura,
hecho amistad con peregrinos de mil senderos
o compartido albergue con santos y príncipes,
si no soy capaz de perdonar mañana a mi vecino
no he llegado a ningún sitio

Aunque hubiera cargado mi mochila de principio a fin
y esperado por cada peregrino necesitado de ánimo,
o cedido mi cama a quien llegó después
y regalado mi botellín de agua a cambio de nada,
si de regreso a mi casa y mi trabajo no soy capaz
de crear fraternidad y poner alegría, paz y unidad,
no he llegado a ningún sitio.

Aunque hubiera tenido comida y agua cada día
y disfrutado de techo y ducha todas las noches
o hubiera sido bien atendido de mis heridas,
si no he descubierto en todo ello el amor de Dios,
no he llegado a ningún sitio.

Aunque hubiera visto todos los monumentos
y contemplado las mejores puestas de sol;
Aunque hubiera aprendido un saludo en cada idioma,
o probado el agua limpia de todas las fuentes,
si no he descubierto quién es autor
de tanta belleza gratuita y de tanta paz
no he llegado a ningún sitio.

Si a partir de hoy no sigo caminando en tus caminos,
buscando y viviendo según lo aprendido;
Si a partir de hoy no veo en cada persona,
amigo y enemigo, un compañero de camino;
Si a partir de hoy no reconozco a Dios,
el Dios de Jesús de Nazaret,
como el único Dios de mi vida,
no he llegado a ningún sitio

Fraydino
La Faba

Lo aplico al final de cada uno de mis caminos