Por la fe. Jesucristo.

Durante este tiempo, tendremos la mirada fija en Jesucristo, «que inició y completa nuestra fe» (Hb 12, 2): en él encuentra su cumplimiento todo afán y todo anhelo del corazón humano. La alegría del amor, la respuesta al drama del sufrimiento y el dolor, la fuerza del perdón ante la ofensa recibida y la victoria de la vida ante el vacío de la muerte, todo tiene su cumplimiento en el misterio de su Encarnación, de su hacerse hombre, de su compartir con nosotros la debilidad humana para transformarla con el poder de su resurrección. En él, muerto y resucitado por nuestra salvación, se iluminan plenamente los ejemplos de fe que han marcado los últimos dos mil años de nuestra historia de salvación.
Benedicto XVI, Porta Fidei.

Ser persona

El hecho de que un árbol es un árbol es muy importante para nosotros. Nos beneficiamos mucho de que el árbol sea árbol.
De la misma manera, una persona debería ser una persona. Si una pesona es verdaderamente persona, viviendo feliz, sonriente, entonces todos nosotros, todo el mundo, se beneficiará de esta persona. Una persona no tiene que hacer un montón de cosas para salvar el mundo. Una persona ha de ser una persona. Esto es el fundamento.
Thich Nhat Hanh

Apotegmas. La tentación que robustece

Uno de los padres dijo: «Si el árbol no es sacudido por el viento, no crece, ni hunde sus raíces. Así también el monje: si no es tentado y no soporta la tentación, no se hace valeroso.»

N 396
“El camino a través del desierto. 40 dichos de los padres del desierto” Anselm Grün

Los evangelios coinciden en narrar que Jesús, después de ser bautizado por Juan en el Jordán, fue empujado por el Espíritu al desierto para ser tentado. De allí salió robustecido pues fue capaz de decir sí a Dios en la prueba del día a día, y no solo en la confesión verbal de una fe heredada o en el cumplimiento de unos preceptos. Sin duda, con semejante fe que no vacila ante la tentación, la justificación es directa y ya no necesita de las obras de la ley (Rm 3, 28)

La Iglesia Santa

Los partidos y las contiendas han dividido la túnica del Señor, han fraccionado a la Iglesia en muchas iglesias (…) Por eso hoy la Iglesia es para muchos el mayor obstáculo para creer. Porque sólo se ve en ella la lucha por el poder humano, la mezquina comedia de quienes con sus afirmaciones quieren administrar el cristianismo oficial y paralizar el verdadero espíritu del cristianismo. (…)

Estos argumentos no sólo vienen de la razón sino de un corazón lleno de amargura, cuyas expectativas han sido defraudada y que ahora, enfermo y herido en su amor, ve cómo se desmorona su esperanza.

¿Qué podemos decir a todo esto? En definitiva, sólo podemos confesar por qué podemos seguir amando en la fe a esa Iglesia, por qué nos atrevemos a seguir viendo el rostro de la Iglesia Santa en la faz de la Iglesia deformada…

Y es que «santo» no se refiere a la santidad de las personas, sino al don divino que regala la santidad en medio de la maldad humana…

 

Joseph Ratzinger. Introducción al Cristianismo.

 

Tercer grado de humildad. Oblación. Ejercicios San Ignacio III

Eterno Señor de todas las cosas, yo hago mi oblación, con vuestro favor y ayuda, delante vuestra infinita bondad, y delante vuestra Madre gloriosa, y de todos los sanctos y sanctas de la corte celestial,

que yo quiero y deseo y es mi determinación deliberada, sólo que sea vuestro mayor servicio y alabanza, de imitaros en pasar todas injurias y todo vituperio y toda pobreza, así actual como spiritual, queriéndome vuestra sanctísima majestad elegir y rescibir en tal vida y estado. San Ignacio, Ejercicios Espirituales, [98]

Repetir esta oración: yo quiero y deseo y es mi determinación deliberada. Y así hacerme uno en Cristo Jesús.

Testigos de la fe

En este recién comenzado Año de la Fe, que mejor que volver a recordar las palabras que Benedicto XVI dijo en la Homilía de la Eucaristía final de la JMJ Madrid 2011. Qué mejor momento para releerlas y empapanarnos del ánimo y las palabras del santo padre, que nos anima a no tener miedo de anunciar a Jesucristo, a ser testigos fieles y llevar el Evangelio a todos los lugares.

No os guardéis a Cristo para vosotros mismos. Comunicad a los demás la alegría de vuestra fe. El mundo necesita el testimonio de vuestra fe. Necesita ciertamente a Dios. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.

Leer mensaje completo

 

Dignidad

Cuando vemos vidas tiradas a la basura, en los portales de nuestras calles, en los basureros de las esquinas, en el vacío de las drogas y la prostitución, la soledad de los casinos, de gentes que no saben tomar decisiones para su bien, a veces el dolor por estos sufrimientos nos lleva a pensar que quizás deberíamos de tomar nosotros las decisiones por ellos

Respetar la dignidad de la persona es afirmar que se el hombre es libre de equivocarse, incluso hasta el límite de perderse en los infiernos de este mundo. Misericordia para perdonar y amor para enseñar otras salidas, pero sin olvidar que la dignidad de la persona pasa por ser responsable de su vida

Ojalá sepamos reconocer nuestras tentaciones de solucionarle la vida a los demás, nuestros miedos al fracaso, a las malas decisiones nuestras y de los demás. Te pedimos señor más misericordia y más amor para respetar la dignidad de las personas y ofrecer salidas a caminos de luz y esperanza

Contemplación para alcanzar amor. Ejercicios San Ignacio II

Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer; Vos me lo distes, a Vos, Señor, lo torno; todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad; dadme vuestro amor y gracia, que ésta me basta. San Ignacio, Ejercicios [234]

BUena oración para ofrecerse a Dios, para reconocer que todo lo recibimos de él, para reconocer- y pedir- lo más esencial: su amor y gracia.

Dogmatismos

El otro día -cosas que le pasan a uno- leía el libro que ha escrito Benedicto XVI (sí, el Papa) sobre Jesús de Nazaret. En su introducción decía:

 

Este libro no es en modo alguno un acto magisterial, sino únicamente expresión de mi búsqueda personal del «rostro del Señor». Por eso, cualquiera es libre de contradecirme. Pido sólo a los lectores y lectoras esa benevolencia inicial, sin la cual no hay comprensión posible»

Y sentí vergüenza al leer estas palabras. Vergüenza por la cantidad de veces que, desde mi ignorancia absoluta, pontifico sobre temas de los que ni tan siquiera estoy bien formado. Y pienso que, si todo un Papa dice esto, tal vez deberíamos bajar un poquito más la cabeza.

Cuántas veces en la Iglesia se defienden de forma dogmática ideas desde posturas que se cierran al diálogo. Sean de la corriente que sean. Al final los extremos, como ocurre siempre, han acabado tocándose. Aunque ambos lo nieguen.

Qué bien dicho: «pido esa benevolencia inicial sin la cual no hay comprensión posible»

Y yo pido llegar a ser más humilde.

 

 

Consolacion sin causa aparente. Ejercicios de San Ignacio I

sólo es de Dios nuestro Señor dar consolación a la ánima sin causa precedente; porque es propio del Criador entrar, salir, hacer moción en ella, trayéndola toda en amor de la su divina majestad. Digo sin causa, sin ningún previo sentimiento o conoscimiento de algún obiecto, por el qual venga la tal consolación mediante sus actos de entendimiento y voluntad (San Ignacio, Ejercicios [330]

 
Y así es esta consolación, que produce en el alma tanto bien, tanta paz, tanto amor a Dios nuestro Señor, tanta belleza y verdad, que el que la experimenta -aunque no sepa cómo- no puede dudar que procede de aquél que es sumo bien y quiere regalar el alma con sus dones inesperados: trayéndole en amor. Para alabanza de su gloria.

 

Joven rico, huésped del alma, darse del todo

Tres citas unidas: una del evangelio, otra de una amiga sobre la presencia de Dios en la oración, la tercera de Santa Teresa, que me regaló en su día.

Evangelio

Jesús se le miró y le amó. Le dijo: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme»

Huésped del alma

«uno/a siempre quiere más y cuanto más tienes más te abrasas por no tenerlo»

 

Santa Teresa

Dios habló con Santa Teresa y se regaló con ella, como corresponde a quien «toma lo que le damos, mas no se da a sí del todo hasta que nos damos del todo». Y como Santa Teresa se dio del todo, dejando que el «fuerte huracán» del Espíritu empujase la navecilla de su alma a la santidad, pudo entablar íntimo coloquio con su esposo divino.

Y curiosamente, las tres citas unidas, se iluminan, y se abren a varias lecturas.